Casado y la furia de la marquesa

18/11/2021

Luis Díez.

Dice la diputada y exportavoz del PP en el Congreso Cayetana Álvarez de Toledo Peralta-Ramos que el líder de su partido, Pablo Casado Blanco, es un “camaleón sentimental, lo que se llama un bienqueda o un veleta”. Cuenta que Casado la convenció de que volviera al PP –había abandonado el escaño y el partido en 2014 por discrepancias con Mariano Rajoy sobre Cataluña– y ella aceptó encabezar la lista por Barcelona en las dos convocatorias electorales de 2019. Ni entonces ni cuando la nombró portavoz parlamentaria podía sospechar que el estupendo aspirante a la presidencia del Gobierno fuese tan inestable. Pero enseguida las sonrisas y los abrazos se tornaron en frialdad y se dio cuenta de que su líder era eso, “un camaleón sentimental, un veleta”. Y así lo escribe en el libro que acaba de publicar sobre sus aventuras y desventuras políticas, con el título ‘Políticamente Indeseable’ (Ediciones B).

Ya cuando, en el verano de 2020, la cesó de portavoz, Cayetana, marquesa de Casa Fuerte, amiga y colaboradora del expresidente José María Aznar López en su bien nutrida (con fondos públicos y privados) Fundación de Análisis y Estudios (FAES), sangró por la herida y manifestó que la autoridad de Casado era “incompatible” con su libertad. Ahora vuelve a la carga para contar a los españoles en ese libro de quinientas páginas, con su fotografía en primer plano a modo de portada, que el de Ávila (nacido en Palencia) no es de fiar y se mueve según sople el aire. Es lógico que la carga crítica del librito de marras haya llevado al portavoz del partido y alcalde de Madrid, Martínez-Almeida, a decir que tiene muchos libros que leer antes de ese y al presidente de Castilla y León, Fernández Mañueco, a confesar que tampoco le interesan las cuitas de la marquesa.

La consigna de ignorar tan suculenta pieza literaria ha recorrido las arterias del partido, impulsada por el mozo de Murcia, Teodoro García Egea, que tiene once años menos que la marquesa (nació en 1985 y ella en 1974), pero manda más que el propio Casado. O sea que si “el veleta” le daba “empujoncitos” cuando ella era portavoz, el secretario general del partido le tenía la clavícula molida con sus cargas legales para echarla del terreno de juego. Lo de Egea no tenía nombre. Ella le llama “ bullying”. Dice que la quería de “florero”. ¡Pero hombre! ¿Florero una doctora en Historia por la Universidad de Oxford? ¿Florero una periodista tan brillante como ella que hasta Pedro J se derretía en elogios hacia ella ante su amigo Aznar?

La marquesa tenía criterio político propio y no obedecía a Egea. Éste quería controlar el grupo parlamentario y rechazaba los nombramientos de asesores y colaboradores, singularmente el de Gabriel Elorriaga, acendrado aznarista, y el de la también periodista Pilar Marco, que era y sigue siendo la que le lleva la cartera. Egea era insoportable y, según Cayetana, “Su forma de hacer política son las pelotas y el peloteo”. Lo de las pelotas es una metáfora del “por cojones”, pues entendía el poder, dice, “de una forma testosterónica”. Ahí es nada. Pero además era “un navajero”, según se desprende de algunas vivencias y reuniones con él. La marquesa se refiere a una reunión en enero de 2020 en el Wellington, el hotel de los toreros, a la que Egea acudió exhibiendo “su sonrisa de crooner”. “En dos minutos comprobé que el Profident y el puñal son compatibles. No solo rechazó mis fichajes sino que arremetió contra toda la dirección del Grupo Parlamentario. Dijo que no trabajaban, que no servían”.

Aquel encuentro fue ordenado por el propio Casado, “para hacer las paces”. Y eso que estaban al comienzo de la legislatura. Según la marquesa, el murciano se mostró como un bulldozer, un perro peligroso. Y a partir de ahí se comportó con una ferocidad que “ni Gigante, el matón de Doraemon”. Eso dice. Y añade que, “harta de la estupidez y el matonismo” (de Egea) se quejó a Casado de otorgar a su número dos “un poder prácticamente omnímodo sobre la estructura del partido” y de entregarle “responsabilidades importantes y delicadas para el futuro del centroderecha y de España”. Pero Casado, turris burris. Y además acabó creyendo que ella, la marquesa de Casa Fuerte, pretendía eclipsarle. “Ese es uno de los mayores equívocos de mi paso por la portavocía”, dice antes de elogiar a la actual presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien también podría eclipsar a Casado. Ese es el temor del líder del PP y por eso la marquesa se coloca a su lado. De su furiosa picadura vale indicar que considera “un logro político” haber utilizado la tribuna del Congreso para afirmar que Pablo Iglesias Turrión es “hijo de un terrorista”. La injuria y la calumnia contra el padre del entonces líder de Podemos sigue pendiente de sentencia judicial.

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