Finca Pascualete es una empresa de carácter familiar con casi ocho siglos de historia, ubicada en Trujillo (Cáceres), en el corazón de la dehesa de Extremadura, uno de los ecosistemas más ricos y mejor conservados del mundo. Sus orígenes se remontan al siglo XIII, cuando el noble Fernán Ruiz de Altamirano fue recompensado con extensas posesiones al norte del Guadiana como pago por su heroica actuación en la reconquista de Trujillo. Desde entonces, este lugar ha visto pasar generaciones de pastores dedicados a la cría de ovejas y a la elaboración artesanal de quesos mediante procesos y recetas ancestrales. Los terrenos cacereños en los que se asienta –3.000 hectáreas pobladas de encinas, alcornoques, jaras y enebros, surcadas por los ríos Magasca y Tamuja–, son propiedad del condado de Romanones desde hace 150 años. Fue en los años 50 del siglo pasado, cuando Aline Griffit, condesa viuda de Romanones –quien llegó a trabajar para la CIA durante la Segunda Guerra Mundial–, se enamoró de la zona y decidió dedicar el resto de su vida a preservar esta sabiduría ganadera. Hoy es su nieto, Juan Figueroa, quien dirige la explotación. En 2010 puso en marcha este proyecto agrícola y ganadero con una quesería de gran prestigio en la actualidad.

Finca Pascualete cuenta hoy con una excepcional cabaña de unas 3.000 ovejas –de raza lacaune, en su mayoría, originaria de Francia y caracterizada por su alta producción lechera–, que pastan en libertad y se alimentan de hierbas naturales, cereales y forrajes de la finca y de las que se obtiene una leche de calidad excepcional. El equipo de la lechería y la quesería lleva a cabo su labor en una de las instalaciones ganaderas más modernas de Extremadura, que cuenta con sistemas de manipulación punteros que garantizan la máxima salubridad e higiene del producto.

Los cinco quesos de Finca Pascualete. Su proceso de elaboración es totalmente artesanal: desde el llenado de la cuajada, el prensado y el volteo diario de los quesos durante su curación, hasta el empaquetado a mano de cada pieza.

• Monte de Trujillo es un queso curado de leche cruda de oveja graso. Tiene un olor intenso pero sin estridencias y un potente sabor a leche y pastos, con toques de hierbas aromáticas con las que se alimenta el ganado. Su fina corteza dorada guarda un queso de pasta dura prensada a mano y textura firma al corte. Su suavidad, a la que se añade un agradable regusto picante, hace que resulte muy versátil en cocina.
• Pascualino es joven y fresco de pasta dura, corte ciego y color blanquecino, resultado de un cuajo natural de leche cruda.

• El queso Pastura con trufa está elaborado a base de leche pasteurizada de oveja; su corteza blanca, tierna y comestible contiene una delicada pasta, cremosa pero compacta, salpicada de pedacitos de trufa negra italiana. Fue galardonado con la Plata en los World Cheese Awards 2017/2018 y el Bronce en 2018/2019.
• Cumbre de Trujillo es un semicurado de oveja graso elaborado a partir de leche pasteurizada, según la receta heredada de los pastores de la zona. De gran riqueza aromática, presenta recuerdos a leche fresca, cuajada y mantequilla, sutiles aromas a frutos secos y vainilla, toffee y especias picantes. Tiene un sabor equilibrado y matices picantes y especiados al final. En 2011 recibió el primer premio en la Feria Nacional del Queso de Trujillo a la variedad de queso de oveja pasta dura, así como la Plata en los World Cheese Awards en tres ediciones.

¿Y qué tal si acompañamos estos buenos quesos con el mejor membrillo? La combinación de texturas y sabores de estos dos productos es una delicia, y Santa Teresa, elabora uno de los mejores de España (que, además, ahora celebra su 35 aniversario) según el método tradicional de nuestras abuelas: fruta de membrillo, azúcar y limón. Una receta sencilla y centenaria que basa su éxito en la frescura de la fruta, así como en la ausencia de aditivos artificiales y conservantes.