No pintamos nada o ¡que vienen los frugales!

01/12/2021

José María Triper.

En vista de lo que está pasando dentro y fuera de nuestras fronteras y de lo que parece por llegar habría que decir, parodiando ese exitoso álbum de Mecano en la década de los ochenta y el tema de apertura, que Ya viene el sol, pero nosotros No pintamos nada. Ni en Europa ni entre nuestros en teoría aliados occidentales con EE UU a la cabeza, a los que el sanchismo gobernante sólo inspira recelos, desdén y desconfianza.

Un rechazo que deriva en indiferencia o ninguneo que están en el origen de la postergación de España en el llamado Tratado del Quirinal, firmado entre Macron y Draghi con el objetivo de impulsar el eje franco-italiano ante la incógnita del liderazgo en Europa tras la retirada de Ángela Merkel. Un acuerdo en el que, en otras circunstancias y con otro gobierno habría estado España, como cuarta economía del euro pero que, una vez más, es ninguneada por la inquietud que entre los principales socios europeos despiertan el sanchismo, sus socios de gobierno y sus aliados de la Frankestein, además de por la falta de credibilidad de sus políticas, sus previsiones, sus reformas y sus presupuestos.

Un ostracismo europeo que coincide con la formación del nuevo gobierno en Alemania que es una buena nueva para ellos, parece que también para Europa, pero qué posiblemente no sea una noticia favorable para Sánchez y los intereses de su gobierno socialpopulista, a pesar de la filiación socialdemócrata del presidente Olaf Scholz. Que la socialdemocracia alemana, como la sueca donde tienen también nueva lideresa, ni sintoniza ni se corresponde con el sanchismo español y ambas han demostrado su profunda discrepancia con su política económica y fiscal, sus ataques a las instituciones democráticas y con sus socios y aliados de Gobierno.

Pero más allá de las diferencias estratégicas e ideológicas, lo más preocupante para Sánchez es la confirmación del liberal Christian Lindner como ministro de Finanzas. Un “halcón” que se ha erigido en el principal abanderado para exigir el más estricto cumplimiento de las normas fiscales y la reformas exigidas a los países del Sur, para que puedan recibir los fondos europeos de Reconstrucción.

“La orgía de deuda tiene que acabar” ha reiterado Lindner durante su campaña, avisando de que el Banco Central Europeo debe empezar a reducir sustancialmente las compras de deuda de los países miembros, al tiempo que se manifiesta como un ferviente adalid del rigor presupuestario en Alemania y en la UE.  Sus recetas para la sostenibilidad de las finanzas europeas pasan por la contención del gasto, el cumplimiento de las reglas fiscales y bajar impuestos para evitar que el déficit público se desborde. Es decir, todo lo contrario de lo que hace Sánchez en España.

Si cumple su programa “puede dejar en una anécdota la austeridad intransigente de Wolgang Schäuble”, afirman destacados analistas de servicios de estudios españoles quienes recuerdan también que Lidner es radicalmente opuesto a una integración fiscal de la UE y a los eurobonos por los que tanto aboga y necesita Pedro Sánchez.

Y esta nueva orientación de la política económica alemana llega en un momento en el que los últimos informes de la oficina de estadísticas comunitarias, Eurostat, sitúan a España como la economía con más desequilibrios de la Unión. De un total de 14 indicadores España rebasa en la mitad el umbral máximo permitido, con especial incidencia en su elevado nivel de deuda pública y privada y su alta tasa de desempleo.

Pero no es sólo Lidner la nueva primera ministra sueca, Magdalena Andersson, ya se definió en su momento como “la más frugal de los frugales” y lidera junto a Holanda y Austria el “club” de los países austeros que defienden el estricto cumplimento d el mecanismo de condicionalidad que, recordemos, es un instrumento diseñado para los estados miembros que incumplan las reglas comunitarias no reciban los fondos europeos

Y, por si esto fuera poco, llega el presidente de la Reserva Federal (FED) estadounidense, Jerome Powell, expresando su preocupación por la persistencia de las presiones inflacionistas y anunciando que va a limitar los estímulos económicos que, en el caso de la UE tienen a la compra de deuda como máximo exponente. Y ya se sabe que cuando EE UU estornuda Europa se resfría, y en el caso de España con un endeudamiento superior al 120 por ciento del PIB el resfriado amenaza pulmonía.

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