Escuchando a Cospedal

10/12/2021

Luis Díez.

Escuchando a María Dolores de Cospedal en la comisión parlamentaria que investiga la porquería vertida contra ella y su antiguo superior, Mariano Rajoy, por el ‘malincuente’ exjefe de las cloacas de policíacas, espía y vendedor de información confidencial, el poderoso excomisario José Manuel Villarejo, se entiende la negativa del PP a renovar el caduco Consejo del Poder Judicial y, con el, la presidencia del Tribunal Supremo. También se entienden las palabras del jefe del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez, en el cumpleaños de la Carta Magna, instando una vez más a los dirigentes conservadores a cumplir “toda la Constitución”.

Cospedal se negó a responder a las preguntas de los distintos portavoces en la comisión de investigación de la financiación tangencial e ilegal del PP. No dijo ni mu sobre lo que interesaba a sus señorías: si ella y su marido, Ignacio López del Hierro, encargaron al citado Villarejo hacer lo posible para apoderarse de los papeles del maladado tesorero Luis Bárcenas y evitar así que los aportara a la Audiencia Nacional como prueba de la corrupción extendida y consentida en el partido del que ella fue secretaria general desde 1988 hasta 2018.

Tampoco aclaró, Cospedal, si otro comisario, Andrés Gómez Gordo, que era su “jefe de seguridad” en Castilla-La Mancha y ocupaba el puesto de director de Documentación y Análisis de la Junta, se ocupaba además de pagar con fondos reservados al chófer de Bárcenas, Sergio Ríos, por sus servicios informativos para localizar los apreciados papeles de Bárcenas. Lo único que Cospedal quiso dejar claro al interrogador del PSOE, Felipe Sicilia, fue que ella no había metido la mano en la caja.

Al acogerse a su “derecho constitucional” a no declarar, Cospedal pasó olímpicamente de los representantes de la soberanía nacional y allanó el camino al expresidente Mariano Rajoy, quien, “Política para Adultos” aparte, ha sido llamado a comparecer el próximo jueves ante la comisión investigadora del Congreso. Recordemos que aquellos años tan difíciles, de grandes recortes y sacrificios para los trabajadores y la clase media, de tantos impuestos y tanto paro y tantos desahucios para ajustar el déficit y superar la crisis financiera…, aquellos años fueron muy buenos, superiores, para Bárcenas, que acumulaba decenas de millones de euros en Suiza, y para el partido conservador, que nadaba en la abundancia y recibía y repartía dinero en B, y hasta para el Rey, faltaría más.

¿Qué dirá Rajoy? ¿Qué puede decir un gobernante que dejó la jefatura del Gobierno al no poder superar en el Parlamento una moción de censura tras la primera condena de su partido por corrupción? Seguramente recordará que el pasado ya pasó y si algún hilillo queda por atar, ya la Justicia enrollará el ovillo. Tanto Rajoy, que ni siquiera está imputado, como Cospedal, que fue exonerada con su marido por el juez de la Audiencia Nacional Fernando García Castellón de la acusación de Villarejo, aunque la Fiscalía recurrió el auto, confían plenamente en el Tribunal Supremo, que dirá su última palabra.

¿Cuándo? Eso no lo sabemos. Lo único cierto es que, mientras tanto, la cúpula del Poder Judicial seguirá intacta, con la mayoría derechista con la que fue configurada por el PP, y con Cospedal ‘trabajando’ en el propio Tribunal Supremo, al que se incorporó el 9 de enero de 2019 como abogada del Estado. ¿No es paradógico? Así escriben su historia.

 

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