Dicen que si estás una semana en un país puedes escribir un libro, si la estancia es de meses quizás te atrevas a escribir un artículo mientras que si la permanencia es de años seguramente te ves incapacitado de escribir nada por las muchas complejidades que presenta cualquier sociedad.

Ahora el licenciado Casado, acaso nervioso por su cuestionado liderazgo, se ha convertido en un emulo de la “montapollos” (como se conoce en Catalunya a Inés Arrimadas). Ahora, junto a Ciudadanos y VOX han emprendido una burda campaña contra la escuela catalana y al presidente de los populares se le llena la boca de insensateces que, a parte de ser mentira, van contra el más mínimo sentido común.

Si Inés Arrimadas, por su pasado catalán, es consciente que miente pero la razón de ser de su partido ha sido combatír todo lo que suene a catalán, al político del PP parece que lo único que le interesa es lo que dicen las encuestas para incidir en todos aquellos temas que le puedan dar votos. Y la catalanofobia que ha conseguido implantar en muchos lugares de España los líderes de Ciudadanos se la han apropiado los populares.

Los responsables de la educación catalana están muy preocupados por que en el patio de las escuelas el idioma con el que se relacionan los niños es mayoritariamente en castellano, que en las aulas, por muchos porcentajes que se fijen, son muchos los maestros que imparten sus clases en castellano y en la enseñanza superior numerosos profesores atienden la petición de cualquier alumno para que imparta el curso en castellano, aunque en el aula la mayoría sea catalano parlante y la asignatura esté programada para que se imparta en catalán.

El uso del catalán en muchas zonas de Catalunya es muy minoritario e incluso excepcional, el hábito de cambiar de idioma cuando el interlocutor habla en castellano es algo habitual. Son muy pocas las personas que han venido a Catalunya y son castellano hablantes que han tenido problemas por el idioma.

Además son muchos los españoles que por una razón u otra nos visitan cada año y comprueban que los catastrofistas mensajes que lanzan algunos son, sencillamente mentira.

Sin embargo los discípulos de Felipe V tratan de convertir el catalán en un idioma residual y que el pez grande se como al chico. Y para lograr este objetivo no tienen el más mínimo escrúpulo, ni siquiera el de politizar las escuelas. Y lo que es peor, muchos fuera de Catalunya dan credibilidad a estas patrañas.

Estas formaciones, maestras en armar cizaña, tienen un concepto muy peculiar de lo que es España