La distancia, también conocida como el espacio físico que media entre dos puntos, se ha convertido en un concepto de gran valor preventivo ante la acechanza del mutante y contagioso coronavirus. Además de saludarnos con los codos (y los puños) y de mantenernos a metro y medio de los congéneres, como recomiendan los expertos en contagios y nos recuerdan los letreros en millones de establecimientos y estaderos, ya sabemos que la mejor manera (tal vez la única) de prevenir la infección es mantenernos en casa y no salir sin la mascarilla puesta. Algunos, como el alcalde de Madrid y portavoz nacional del PP, Martínez Almeida, se la quitan para contaminar el silencio. Tampoco iba a ser menos que su jefe Casado y su correligionaria Díaz Ayuso.

La distancia, ese concepto que nos lleva a alejarnos de los elementos tóxicos y repodridos, fue la primera medida que se aplicaron nuestros diputados y senadores cuando el coronavirus que apareció en China hace dos años empezó a contagiar a miles de compatriotras. Dos tercios de sus señorías pasaron de la cuarentena a la “dolce far niente” mediante el “voto telemático”. Y así siguen muchos de ellos. Habría que revisar las actas y votaciones para verificar que, en efecto, la mitad de los 350 diputados y 264 senadores han recorrido muy pocas veces el espacio entre sus domicilios y las sedes parlamentarias en Madrid. Sería menester repasar sus iniciativas y aportaciones a la tarea legislativa para confirmar que ninguno de ellos ha abusado del “teletrabajo”.

Cierto es que no son los únicos que, por así decirlo, se han fumado media legislatura y han recibido el jornal sin salir de casa, pues sus colegas autonómicos han disfrutado por el mismo sueldo de largos periodos de inactividad parlamentaria y se han beneficiado asimismo de la telemática aún después de estar vacunados. El ejemplo de esas señorías, tanto autonómicas como estatales, no es presentable, aunque, a buen seguro, se prolongará después de sus vacaciones de enero a causa de la variante “omicrón” (“o” del alfabeto griego, nada que ver con el presidente francés), salvo que se consiga “la inmunidad del rebaño”.

En contraste con la prevención mediante la distancia, resulta que la Universidad de Educación a Distancia, la UNED, que cuenta con una plataforma online llamada AveEx, creada para canalizar la docencia y, entre otras cosas, realizar los exámenes a distancia, ha decidido que la convocatoria de enero-febrero, sea presencial. Al sumarse así a la decisión de la Conferencia de Rectores ha provocado el malestar y la protesta de decenas de estudiantes que conocen por experiencia los centros asignados para los exámenes y no quieren contagiarse. Le han escrito al rector, pero don Ricardo Mairal Usón les ha respondido con unos leguleyismos que, según dice, obligan a realizar los exámenes en los institutos designados. Por paradojas que no quede.