Podría decirse que lo único que podemos sentir es ‘vergüenza’ por el espectáculo que están dando algunos políticos y hasta algún que otro deportista. La pandemia y hasta el adelanto de elecciones autonómicas está llevando a algunos a un auténtico dislate. Solo con nombrar a Boris Johnson, Alberto Garzón, Casado-Egea-Mañueco y compañía, o Novak Djokovic sabemos de lo que escribo.

Quienes ocupan cargos públicos o tienen un perfil público nacional o mundial deben dar ejemplo y en estos tiempos tan difíciles mucho más. Pues bien, Boris Johnson se sitúa a la cabeza del mal ejemplo. Es más amante de las fiestas que de ejercer de primer ministro y se ha creido, incluso, que está por encima de Isabel II. Confinados como estábamos todos, incluidos los británicos, y con llamamientos constantes a no salir de casa nada más que para lo imprescindible, sin poder asistir a bodas o hasta entierros, el premier británico se dedicaba a realizar fiestas con sus colegas, eso sí tenía cada uno que llevar su botella de whisky o ginebra para beber… para no contagiarse. Incluso cuando Isabel II despedía a solas a su marido fallecido, un día antes de su funeral Johnson se reunía otra vez con sus amiguetes para hacer otra fiesta. Por mucho menos han dimitido altos cargos británicos. A los ciudadanos del Brexit no creo que les sirva su disculpa.

Otro mal ejemplo de saltarse las normas es el superdeportista, número uno de la ATP, el tenista serbio Novak Djokovic.El espectáculo que ha dado su familia defendiéndole no le va a la zaga. El Gobierno australiano, pese a las autoridades migratorias, le acaban de decir que ser el mejor no vale si no acata las normas que el resto de los mortales deben cumplir aunque no les guste. Si no quiere vacunarse, es libre; pero si quiere jugar, debe cumplir los requisitos que se exige a todos.

Y ya centrados en España el espectáculo que están dando nuestros políticos poniendo en entredicho la calidad de la carne española, y proyectando las dudas hacia los países que reciben nuestros productos es de vergüenza. La entrevista de Alberto Garzón en un diario británico va a llevar al PP a ganar las elecciones en Castilla y León, pero a costa de dejar mal paradas las exportaciones nacionales de carne. Hasta el comisario de Agricultura europeo, Janusz Wojciechowski, ha tenido que salir en defensa de la calidad de nuestra carne. El ministro de Consumo se pasó da vuelta, aunque no le falte razón en la situación de algunas macrogranjas, pero no se puede denunciar esta situación en el Reino Unido. En España hay mecanisos más que suficientes para cambiar la situación sin necesidad de sacar a relucir los trapos sucios. Y que luego desde el PP se amplifique la situación ya no tiene nombre, porque los consumidores no se quedan con sus visistas electorales a las ganaderías sino sobre la sombra de sospecha que queda sobre la calidad de la carne. Y todo por ganar elecciones y tapar otros rumores que vuelven a hablar de corrupción.

Lo dicho, ¡¡¡de vergüenza!!!