La reacción ante la convocatoria de referéndum en Grecia de la UE y del FMI no se ha hecho esperar. Todos, con Angela Merkel y Nicolas Sarkozy a la cabeza, esperan que el presidente griego, Yorgos Papandreu les de todas las explicaciones de este último movimiento para consultar a los ciudadanos si quieren o no la ayuda europea para salvar al país de la quiebra. En el G-20, cuya reunión comenzará hoy jueves en Cannes, será el tema principal del encuentro cambiando todo el orden previsto. Pero la decisión le puede salir cara a Atenas, más aún, ya que Bruselas le ha amenazado con retirar la ayuda de 8.000 millones que había visto la luz verde en la antesala de la última Cumbre Europea.

El propio presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, se ha referido a las “consecuencias dolorosas” que tendrán los griegos si deciden votar no en ese referéndum. Y para que vayan viendo esas consecuencias no se les van a dar los 8.000 millones que ahora en noviembre evitarían al país de declararse en bancarrota al no poder afrontar sus vencimientos de pago de la deuda. Pero Papandreu asegura que tiene dinero suficiente para pagar hasta que se celebre la consulta popular.

Las palabras de Barroso fueron este miércoles amenazantes para los griegos, a quienes habló de consecuencias “imposibles de predecir” e hizo un llamamiento a la “unidad nacional y política”.

El referéndum griego también ha sido el centro de las conversaciones mantenidas en la tarde del miércoles por Angela Merkel, Nicolas Sarkozy y los responsables del FMI (ChristineLagarde), la Comisión Europea (Barroso), del Eurogrupo (Jean-Claude Juncker), y del Consejo Europeo (Herman van Rompuy). Una señal inequívoca de que han sonado todas las alarmas en la eurozona. Todos han esperado expectantes la llegada de Yorgos Papandreu para que les explicara el por qué de su decisión, sobre la que le han pedido claridad y si tiene la intención de abandonar la moneda única.

En previsión de lo que suceda, Alemania y Frncia junto al FMI van a diseñar una “hoja de ruta” para desarrollar las medidas aprobadas en la Cumbre Europea del 26 de marzo. Merkel y Sarkozy saben que el Estado griego no podrá pagar a sus pensionistas ni a sus funcionarios el próximo mes de diciembre, pese a que Papandreu lo niego.

Sea como sea, Bruselas y el FMI no van a dar los 8.000 millones de euros a Grecia hasta que se celebre el referéndum. Como explican en el Fondo Monetario Internacional no se les dará el dinero hasta tener la “certeza” de Grecia va a cumplir las condiciones que se le han puesto, y el Gobierno heleno no está en condiciones de cumplir ninguno de sus compromisos con la convocatoria que acaba de realizar. Los países europeos se han alineado con las tesis del FMI.

Papandreu parece haberse quedado solo ante Europa, ha sorprendido y enfadado a sus dirigentes, pese a que el presidente heleno asegura que les había avisado de sus intenciones, según ha explicado en un comunicado en el que añade, además, que espera su apoyo. Y pese a que enero había sido inicialmente el mes elegido para el referéndum se apunta la posibilidad de que se celebre en diciembre, un  mes antes.

Todas las encuestas señalan que el resultado va a ser negativo, que los griegos no querrán el rescata a cambio de más recortes y ajustes (el 60% según los sondeos), si bien ese porcentaje choca con el 70% de los ciudadanos griegos que quieren seguir manteniendo como moneda el euro y no volver al dracma.

En la reunión del G-20 se tendrán que adoptar a marchas forzadas el acuerdo del pasado miércoles, mientras los mercados bursátiles continúan cosechando números rojos en sus sesiones y las primas de riesgo España e Italia continúan su escalada ascendente, porque son los siguientes países de la lista para el contagio.

Lo que parece circular por París no son buenas noticias para Grecia, porque Sarkozy está decidido a no variar las decisiones de la última Cumbre Europea ni a suavizar las condiciones de devolución de los préstamos ni elevar la quita de la deuda soberana griega. Y hasta consideran que sería más conveniente que se preguntara a los griegos si quieren permanecer en el euro para acabar de una vez con la inestabilidad e incertidumbre.

De esta forma quedarán en segundo plano los objetivos marcados para la reunión del G-20, encaminados a despejar cualquier amenaza sobre una inminente recesión y los problemas que mantiene el sistema financiero sobre su solvencia, con medidas para regular la banca e incentivar la creación de empleo.