Estados Unidos quiere reducir el poder que a Rusia le da una materia prima energética estratégica: el gas natural. Los americanos tienen menos reservas que los rusos, pero aprovechan sus yacimientos y el avance de las tecnologías para que Europa dependa menos de las inmensas bolsas de gas de Siberia. Es negocio y es geopolítica, cuando el presidente Vladimir Putin intenta que los hidrocarburos y los metales devuelvan a Rusia el esplendor de gran potencia.
Mientras Estados Unidos contraataca. Se ha convertido en el primer exportador de Gas Natural Licuado (GNL) del mundo, quitándole el liderazgo a Qatar y a Australia. Sus exportaciones a través de los buques gaseros le ha permitido reducir, aunque sea en un pequeños porcentaje, el peso de los rusos en el suministro a Europa.
Los estadounidenses han mejorado y están ampliando las plantas de licuefacción que le permiten ganar cuota en el mundo en GNL, así como con el uso de la tecnología fracking para aumentar la producción, pese a que este sistema, que es rechazado por los ecologistas, era también criticado por el Partido Demócrata. Si bien los datos que muestran que Estados Unidos ha podido subir la producción en un 70% en tres años dan una fortaleza a la tecnología difícil de combatir.
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