Hay que admitir que la valentía de Zapatero roza casi la temeridad. Lo digo no tanto por su condición de ‘manostijeras’ social, que eso evidencia justo lo contrario, como por el arrojo que ha tenido para citar a Gallardón en el Palacio de la Moncloa. Supongo que habrá sopesado la posibilidad de que el alcalde se quede amotinado en el living room sin descartar la necesidad de que sean las fuerzas del orden quien le tengan que desasir de las cortinas ante su negativa a abandonar la residencia presidencial. No es que la ambición política sea reprochable. Sin embargo, cuando el meritoriaje lo haces a costa del riñón ajeno por lo menos se convendrá que queda feo.

Ya ni ZP niega la crisis económica, pero esa realidad no es la única que ha llevado al alcalde de Madrid a verse obligado ahora a llorar en el hombro del jefe del Gobierno. Ciertamente hay crisis pero ha habido, y todavía lo hay, mucho despilfarro. Mucha ronda pagada a costa del dinero de todos. Demasiada imprudencia a la hora de meterse la mano en el bolsillo en la creencia que todos los ejercicios presupuestarios iban a ser jauja. Cuando nadie se lo pedía, Gallardón se puso a porta gayola delante de la M-30 y se quedo solo con una obra de coste monstruoso cuando la sensatez invitaba a pagar a escote entre las tres Administraciones.

La ‘broma’ se saldó con una hipoteca a 35 años, que los bancos le concedieron a pesar de su edad, a razón de 350 millones de euros al año. Y esa misma gracieta, y muchas menudencias más que al final suman un mundo, es la que ha procurado que, mientras Rajoy y Aguirre tienen agujetas en la mandíbula de decir lo bueno que es bajar impuestos, él haya crujido a los vecinos con una nueva tasa de basura. Y ni aún así llega. Las mismas empresas que le llevaban bajo palio al calor de los suculentos contratos que obtenían son las mismas que hoy le asedian con amenazas de dejar prestar servicios si no suelta la mosca.

Qué desagradecido es a veces el libre mercado. Lo peor es que a quien acorralan no es a él sino a nosotros. No consta que si se hay carencias en la limpieza viaria afecte al entorno de su Palacio de Cibeles, por cierto, totalmente inmunizado contra el recorte, pero es seguro y constatable que los barrios están sucios y lo estarán más. Y mientras, hace tan solo un mes, en plena borrasca, mientras en el Ayuntamiento se escatima el papel para fotocopias y se comparten líneas para ahorrar teléfono, la delegada de Medio Ambiente dio el visto bueno a un contrato de 60.000 euros para regalar instructivos imanes para las neveras con el fin de ayudarnos a reciclar. Y luego la culpa de todo la tiene Zapatero y la crisis. Y si llueve ya se sabe. Porco governo.