Si el objetivo de cualquier partido es protagonizar la vida política del país, los populares lo están consiguiendo desde el pasado domingo protagonizan todas las portadas y abren la gran mayoría de telediarios, sin olvidar ser el centro de todas las tertulias desplazando, y no es poco, el conflicto con Ucraína.
Quizás los dirigentes de esta formación no valoran en su justa medida aquello de “que hablen de uno, aunque sea bien”….
Ironías aparte, siempre es sospechoso los congresos que acaban con votaciones a la búlgara y con gritos de “unidad, unidad”. Cuando esto sucede se puede interpretar en que los que mueven los hilos han hecho un esfuerzo titánico para ocultar los verdaderos problemas y como no los resuelven en los órganos estatutarios les estallan en las manos cuando menos se lo esperan.
El enfrentamiento entre el sector que abandera Pablo Casado y el que lidera Isabel Díaz Ayuso viene de lejos y no se solventa con gritos de “unidad” ni con abrazos coyunturales. El problema es de fondo o incluso de liderazgo. Parece que en Génova articulan sus discursos en base a estudios de opinión o de encuestas. Un día son de centro, el otro pasan por la derecha a VOX y mañana vete a saber. Y cuando su palabrería les falla recurren a ETA, al gobierno con los comunistas o a los separatistas catalanes. En cambio Díaz Ayuso tiene una política clara, discutible como todo, pero su electorado sabe por donde va y lo que se puede esperar de ella. Además, para desolación de Casado, gana elecciones de una manera contundente. No es extraño que el mismo Aznar, el guru de los populares, cargara contra su actual presidente recordándole que en política se han de buscar victorias para hacer cosas, no para derrotar a sus rivales.
Si anteayer los medios afines a los populares los instalaban a muy corto plazo en La Moncloa ahora guardan un prudente silencio, las únicas encuestas que salen son los apoyos que tienen cada uno de los dos sectores contundentes, e incluso el núcleo más fiel a Casado parece que le da la espalda mientras perciben en sus espaldas el aliento de VOX.
La política es la lucha por el poder y cada político se considera un presidente del gobierno in pectore. Hay sus rivales en otros partidos pero son mucho más importantes y cainitas las zancadillas internas. Es la gráfica frase de Pio Cabanillas: “Cuerpo a tierra que vienen los nuestros”
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