Italia será supervisada por el FMI y Bruselas y a España se le pide un «esfuerzo adicional»

04/11/2011

Maite Vázquez del Río. La Cumbre del G-20 considera que las reformas emprendidas por España son creíbles y no ve peligros en nuestra economía como para que tenga que recibir ayudas.

Se le han puesto muy mal las cosas a Italia. La Cumbre del G-20 ha ratificado la mala situación que atraviesa el país alpino y su presidente, Silvio Berlusconi, está en el punto de mira de todos los dirigentes europeos y del FMI. Hasta su propio ministro de Finanzas, Giulio Tremonti, le ha llegado a pedir que dimita antes del lunes en Cannes, porque los mercados no van a tener piedad con el país el próximo lunes. Y todo porque en el G-20, las principales potencias mundiales han acordado que el Fondo Monetario Internacional y Bruselas supervisen si Italia pone en marcha las medidas presentadas en la Cumbre Europea y en la del G-20, ante la falta de credibilidad del presidente del país.

Berlusconi, que ha acaparado la atención del G-20, una vez que Yorgos Papandreu retirara la convocatoria de referéndum sobre el segundo rescate europeo a su país, acudía a Cannes con nuevas medidas de ajuste fiscal en su cartera. El problema, como ha asegurado la directora generente del FMI, Christine Lagarde, es que «no tiene credibilidad», una afirmación en la que también coincidió el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. Por este motivo, el G-20 ha encargado al propio FMI y a Bruselas que supervisen la aplicación de las medidas y emitan un «certificado».

Pero esta supervisión le va a suponer a Italia un castigo por parte de los mercados, una vez confirmada oficialmente las dificultades que atraviesa el país. Bruselas y el FMI están empeñados en que recupere la credibilidad perdida. Es la única salida que le dan Berlusconi a cambio de que el Banco Central Europeo (BCE) compre deuda del país, siempre y cuando acelere las reformas estructurales.

Cabe recordar que el FMI y Bruselas solo han supervisado las medida que se han ido adoptando en Grecia, Irlanda y Portugal, una vez que se les ha concedido el rescate. En este caso, se adelanta esa supervisión a las medidas sobre el sector público, el mercado laboral, el sistema fiscal y pensiones, a fin de evitar el rescate dado que no es posible rescatar a una economía del volumen de la italiana. Y de momento Italia no precisa de una línea de crédito preventivo, algo que Berlusconi se ha apresurado a aclarar durante toda la Cumbre del G-20, asegurando que su país no ha solicitado ningún tipo de ayuda.

Ultimatum de Tremonti

«Lo que estoy diciendo es que el lunes será un desastre en los mercados si tú, Silvio, permaneces en tu puesto y no te vas. Porque el problema para Europa y los mercados, correcto o no, puedes ser, de hecho, tú«, le ha dicho a Berlusconi su ministro de Finanzas Giulio Tremonti, según ha publicado el Financial Times. Tremonti, que posteriormente ni ha confirmado ni desmentido esta conversación, sí ha reconocido que los mercados han incrementado su presión sobre Italia a «niveles prácticamente insostenibles», con una rentabilidad histórica del bono a diez años al 6,4% y un diferencial de la prima de riesgo con el bono alemán cada vez más alarmantem, situado en el entorno de los 450 puntos básicos.

Este ultimatum de Tremonti ya no extraña en los ámbitos políticos toda vez que el pasado miércoles miembros de su gabinete se opusieron a las nuevas reformas presentadas por el «cavaliere», que pretendía fueran introducidas como enmienda parlamentaria a los presupuestos. Ni la mayoría del Parlamento italiano ni Bruselas ve con buenos ojos esta iniciativa, por lo que el anuncio de una moción de confianza podría estar cada vez más cerca. Junto a Tremoni, además, varios diputados de su partido le han pedido que dimita, pese a la prepotencia mostrada por Berlusconi al asegurar que no cree capaz que ningún dirigente político de su país sea capaz de asumir en estos momentos las riendas de Italia.

El aumento de la rentabilidad y del diferencial eran explicado por el presidente de la Comisión Europea en la Cumbre del G-20 por el hecho de que Italia no está cumpliendo con las reformas anunciadas a finales de octubre. El compromiso de Berlusconi ante las principales potencias del mundo ha sido el de una «reducción rápida de la deuda en términos de PIB a partir de 2012 y situarse cerca del equilibrio presupuestario en 2013». Una tarea arduo difícil si se tiene en cuenta que la deuda italiana es de 1,7 billones de euros, el 120% de su PIB.

En el paquete de medidas presentadas por el Gobierno italiano antes del verano se hablaba de un recorte del déficit de 60.000 millones de euros a través de múltiples medidas de carácter fiscal, social y de privatizaciones. Las nuevas medidas llevadas a Cannes se centran en normas fiscalse.

A la vista de las cuentas públicas de Italia, Lafarge se ha mostrado tajante en describir cómo será la tarea de supervisión se que ha encomendado al FMI: «seremos rigurosos, exigentes y laboriosos».

España se libra

Mejor suerte ha corrido España. Los líderse del G-20 han recomendado que realice un «esfuerzo adicional» para reducir el déficit, y que continúe con las reformas emprendidas. Una decisión que ha satisfecho al presidente José Luis Rodríguez Zapatero, quien destacaba que España no haya tenido que pedir la ayuda internacional hasta el final de su mandato, algo que muchos expertos consideraban como seguro. La clave ha estado en los esfuerzos realizados por el Ministerio de Economía para atender todos los pagos, y en que las medidas adoptadas han sido creíbles.

Que se mencione a España en el comunicado final de la Cumbre del G-20, ha explicado Zapatero, no debe entenderse como algo negativo, ya que otros países con economías mucho más fuertes también han sido mencionados, pidiéndoles su colaboración en el crecimiento de la economía mundial. A España ni se le han pedido medidas adicionales ni las puestas en marcha serán supervisadas.

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