
José María Viñals, director del Máster en Relaciones Internacionales del IEB y socio de la firma global Squire Patton Boggs; Joaquín Danvila, Jefe del Departamento de Formación y Desarrollo Digital en IEB; Enrique Navarro, consejero de Skydweller Aero; y Mario Weitz, director general de Consulta Abierta y exconsejero del FMI.
El IEB, escuela de negocios especializada en formación financiera, jurídica y empresarial, organizó el encuentro “La crisis de Ucrania en el marco de las relaciones institucionales y los escenarios e implicaciones jurídicas, militares y económicas”, en el que participaron José María Viñals, director del Máster en Relaciones Internacionales del IEB y socio de la firma global Squire Patton Boggs; Mario Weitz, director general de Consulta Abierta y exconsejero del FMI; Enrique Navarro, consejero de Skydweller Aero; y Joaquín Danvila, Jefe del Departamento de Formación y Desarrollo Digital en IEB.
Para José María Viñals, “la guerra en Ucrania ha producido una nueva forma de ver las Relaciones Internacionales, imponiendo un cambio de paradigma y quizás un nuevo orden mundial en el que Rusia, China y sus aliados, por un lado, serán una parte del mundo y Europa y EE.UU. serán otra, divididos e incomunicados por fronteras y sanciones nucleares”.
En una semana, las sanciones se traducen en la depreciación del 35% del rublo respecto del dólar, el bloqueo de las reservas del Banco Central Ruso por valor de hasta 640.000 millones$, la absoluta pérdida de valor de los bonos y otros instrumentos de deuda del Estado. Putin ha intentado amortiguar el efecto económico de las sanciones con una subida generalizada de los tipos de interés de hasta el 20%, lo que por el momento no parece haber conseguido frenar la sangría.
Viñals cree que «el sector energético ruso es uno de los objetivos prioritarios de las sanciones económicas, que se traducen en limitaciones para las empresas europeas de poder acceder a las reservas rusas». «Esto, unido a las limitaciones sobre ciertas materias primas, el sector financiero y el sector químico entre otros, pueden tener un efecto devastador sobre las empresas que habían decidido aprovechar las oportunidades de inversión que el crecimiento ruso parecía representar”, avisa.
La solución para los países de la UE con fuerte dependencia del gas ruso pasa por buscar alternativas en otros países productores como Argelia, Qatar o incluso EE. UU. para la obtención de gas o incluso en América Latina para la obtención de materias primas. «Solo en la medida en la que estas alternativas terminen cuajando como viables, habremos dado un paso fundamental en la ‘guerra’ económica», subraya.
Mario Weitz advierte que “los efectos económicos para Europa serán duros: más inflación, menos crecimiento». «La inflación ya estaba afectando antes del conflicto y con esto, al subir el petróleo y los cereales, empeora la situación. Habrá que subir los tipos de interés para parar la inflación. Ése será el coste a pagar. No obstante, compensa perder nivel de vida por defender ideales y libertades«, opina.
“Crecemos menos del 4% previsto, la inflación puede ser superior al 3% y en EEUU puede haber hasta 7 subidas de tipos y en Europa hasta tres», añade.
Los impactos económicos en Rusia también serán muy negativos: la confiscación de reservas del Banco central ruso, las restricciones al uso de Swift en bancos rusos, las penalizaciones a los oligarcas rusos y la decisión de buscar alternativas al gas ruso serán muy perjudiciales.
“De todas las sanciones la más dura es la prohibición de que el Banco Central de Rusia pueda utilizar las reservas nacionales fuera. Aunque tienen mucho oro, no tiene liquidez. Si entran en default los gestores de fondos no pueden comprar bonos y eso puede provocar una crisis de confianza”, avisa Weitz, que tampoco descarta un ‘corralito’ financiero en los próximos meses.
Amenaza de destrucción total
Enrique Navarro considera que “hemos tenido los europeos la inmensa suerte de que Ucrania no estuviera en la OTAN, porque ya andaríamos buscando excusas para no intervenir, porque en el fondo somos conscientes de que Putin usará las armas nucleares si se ve amenazado o encerrado, y es esa amenaza de destrucción total lo que convierte a este conflicto en algo diferente». «Esta guerra es única porque los actores en liza tienen la capacidad de destruir el planeta, y debemos contar con ese factor a la hora de adoptar decisiones políticas, económicas y empresariales”, remarca.
“Esta guerra continuará en otros escenarios; el despliegue ruso y chino en el Sahel es mucho más amenazante para nosotros que la guerra de Ucrania. La salida de las tropas internacionales de Mali son la mejor muestra de que aquí también estamos perdiendo. Por todo el mundo surgen Gobiernos que cuestionan nuestros principios y valores: la libertad, la economía de mercado, la propiedad, la igualdad de derechos y deberes y en todos ellos siempre hay una mano oculta; igual que la hay dentro de nuestros países en aquellas organizaciones que también buscan nuestra destrucción”, advierte.
“Es muy posible que a largo plazo esta crisis tenga más consecuencias negativas que la Covid, porque ésta sí ataca a los fundamentos económicos de Occidente, de una manera desconocida. Pensemos en la crisis de 1973 por la subida del petróleo e imaginemos las consecuencias de lo que se nos viene encima”, avisa Navarro.
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