El Grupo de Opinión y Reflexión en Economía Política europeG avisa que el futuro inmediato para las finanzas públicas españolas es «malo» tras la invasión de Ucrania por Rusia.
Sus expertos argumentan que las cuentas del sector público se van a ver afectadas «a peor» por cualquier política compensatoria que el Gobierno deba tomar de manera «inevitable» para evitar problemas severos en la población.
Además, habrá una caída de ingresos porque el PIB va a crecer menos, y un aumento del gasto si los precios altos continúan persistiendo.
Josep Oliver, codirector de europeG y autor del Policy Brief ‘Desequilibrios financieros de la economía española 2013-2019, efectos de la Covid-19 e impacto de la intervención del BCE’, señala que en 2021 el déficit se situó en cifras cercanas al 8%, y ahora habrá que añadir más puntos este año ante el impacto de la guerra.
Reducir el déficit por debajo del 3% en 2019, antes del estallido de la crisis por la pandemia, costó a España casi diez años. «Por tanto, tenemos una década por delante muy compleja en términos de flujo y de stock», advierte
La última reforma de pensiones, que las revaloriza cada año conforme al IPC, obligará a su revisión a finales de 2022, lo que también afectará al déficit público y al endeudamiento.
En el informe, europeG asegura que los éxitos del desapalancamiento 2013-2019 se han basado en las masivas intervenciones del Banco Central Europeo (BCE), un apoyo monetario que se ha acentuado con la Covid-19 y que ha resultado determinante como sostén de las finanzas públicas y privadas.
«Hay poca conciencia del esfuerzo insólito que ha hecho el Banco Central Europa en términos incluso comparados con Estados Unidos y Gran Bretaña. Lo que ha hecho nuestro Banco Central es muy superior», subraya Oliver.
Sin embargo, la reversión de las intervenciones del BCE «se acerca» y, mientras dura el apoyo, España debería aprovechar la oportunidad para poner en marcha un «ambicioso plan de reformas» que asegure un crecimiento sostenido.»Este plan debería profundizar en los cambios de la estructura productiva del país que permitan mantener y ampliar el superávit exterior y, simultáneamente, reducir el endeudamiento interno y externo», insisten en europeG.
Sus expertos creen que las cicatrices a largo plazo que deja la pandemia, la acumulación de vulnerabilidades en los mercados financieros, la elevada deuda pública, y las menores expectativas de crecimiento definen un horizonte incierto.
España cuenta con un nivel más elevado de las empresas ‘zombies’ respecto al resto de la Unión Europea, a excepción de Italia, debido principalmente al peso de las compañías del sector terciario y al fuerte impacto de la Covid-19 en estas actividades. Y sigue con déficits en el gasto en I+D.
Incluso sumando los efectos extraordinarios del ‘Next Generation’, se hace «difícil imaginar» aumentos del PIB real la próxima década muy por encima del 2% anual. Dada la relevancia del crecimiento nominal del PIB en la deseable y necesaria reducción de la deuda interna y externa, los esfuerzos deberían encaminarse a reforzar aquellas políticas que permitan un crecimiento de la productividad.
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