Ultras “putinizados”

16/03/2022

Luis Díez.

Los valores de la democracia, la solidaridad y la unidad española y europea prevalecerán frente al nacionalismo mugriento con el que el genocida nazi-fascista Vladimir Putin viene intentando precarizar y dividir a la Unión Europea. Fue el mensaje claro y firme del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el pleno del Congreso del miércoles. Un mensaje intensamente aplaudido por todo el arco parlamentario de las fuerzas progresistas. Ante la acusación del jefe de la extrema derecha, Santiago Abascal, de que “el Gobierno es una fábrica de miseria, igual que su ideología”, Sánchez dijo basta. Y arremetió contra el vóxido, situándolo del lado de Putin, junto a la ultraderecha francesa e italiana, sin ir más lejos.

Para el dirigente socialista hay pocas dudas de que Putin quiere en Europa lo mismo que el jefe de Vox, “la desunión y el desánimo de la sociedad, las manifestaciones como las que usted está auspiciando, no en contra de la invasión y la guerra, sino contra los gobiernos que están en contra de la invasión y la guerra”. Sánchez se preguntó qué sería de Europa si gobernaran Salvini en Italia, Le Pen en Francia y Vox tuviera poder institucional en España. Y se respondió: “Sería la muerte de Europa”. Recordó a continuación que Putin ha apoyado a los ultraderechistas que se reunían a primeros de año en Madrid, con Abascal de anfitrión. No fue más lejos, pero podía haberlo hecho.

A estas alturas de la invasión de Ucrania y las matanzas diarias, a distancia, de la población civil de ciudades y pueblos ya es sabido que los oligarcas del “putinato” venían regado con euros a los movimientos políticos e ideológicos afines, llámense ultras locales, nacionales o europeos. Los donativos a los activistas de Hazte Oír, de los que surgió Vox, la formación neofascista que ahora recibe una subvención del Estado de 10 millones de euros anuales, son un hecho incontestable. Como lo son también los engrases a las ultraderechas francesa, italiana, alemana y, entre otros, a los más reaccionarios del Partido Conservador Británico, los toris disfrazados de “euroescépticos” que más se esforzaron en conseguir el “brexit” y la desestabilización de la UE.

El regadío económico y el consiguiente “agitprop” un poco, bastante, tuvo que ver con el crecimiento separatista del nacionalismo catalán cuando el entonces jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, mal asesorado y peor informado, creía firmemente que lo de Artur Mas era solo cuestión de dinero y no se podía endeudar más. Las fotos de Mas y el oligarca Alekperov, copropietario del Arsenal FC y presidente de Lukoil, la tercera patrolera rusa en importancia, con terminal en el Puerto de Barcelona, todavía pueden verse en Internet. Las conexiones de su sucesor al frente del Gobierno catalán, Puigdemont, con la plutocracia rusa también están saliendo a la luz.

Más allá de los orates parlamentarios, el miércoles comenzaron las reuniones con los distintos grupos para articular el llamado Plan Nacional contra la carestía energética, de los fertilizantes y las materias primas, provocada por la guerra de Putin. Las primeras propuestas del PP en boca de su portavoz Concepción Gamarra pasan por bajar el IVA del gas y los carburante al 4% y eliminar el impuesto a los hidrocarburos. Los conservadores insisten en que “el Gobierno tiene 60.000 millones de margen”. La jefa de filas de la derecha no utilizó el chascarrillo de su futuro jefe, el presidente gallego Alberto Núñez Feijóo, de que “el Gobierno se está forrando”, pues sabe de sobra que la mayor parte de esos impuestos va a las autonomías, pero reiteró el mantra de que el Gobierno “es caro y numeroso”. O sea, que Sánchez rompa la coalición con Podemos. ¿Por qué? Porque lo dicen ellos.

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