El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, han resaltado la importancia de continuar presionando a Rusia mediante las sanciones por la invasión de Ucrania. En una conversación de cara a las cumbres de la OTAN y el G7, que se celebran esta semana, Johnson y Michel, también subrayan la necesidad de proporcionar más asistencia financiera al Gobierno ucraniano.
Pero el Gobierno de Hungría se desmarca y avisa que bloqueará cualquier sanción europea contra Rusia que incluyan un embargo a la energía. El ministro de Exteriores, Peter Szijjártó, afirma que «no apoyaremos sanciones que pongan en peligro la seguridad del suministro energético de Hungría».
Hungría quiere cortar de raíz la creciente ola favorable a un embargo al suministro de energía rusa a Europa, que gana peso coincidiendo con la participación del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en la cumbre de la OTAN y la reunión del Consejo Europeo del jueves.
El Alto Representante de la UE para Política Exterior y Seguridad, Josep Borrell, insiste en redoblar las sanciones contra Moscú, incluido un embargo al petróleo ruso (medida ya adoptada por EEUU y, a partir de diciembre, por Reino Unido), una opción que han secundando públicamente países como Lituania, Irlanda o Eslovaquia. «Continuaremos viendo qué tipo de sanciones podemos pensar, que más se puede hacer, en especial medidas relacionadas con la energía», explica Borrell.
De hecho, la UE ya trabaja en un quinto paquete de sanciones que sirva para cerrar los vacíos de anteriores rondas y extienda restricciones ya aplicadas, como desconectar a más bancos rusos del SWIFT.
El presidente de Suiza, Ignazio Cassis, señala que imponer sanciones contra Rusia en represalia a la invasión de Ucrania es «compatible» con el tradicional papel de neutralidad del país. «Solo la participación militar es incompatible con la neutralidad», explica Cassis en una rueda de prensa junto al primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, en Varsovia.
La diplomacia es necesaria para negociar un alto el fuego, pero también «cuando las armas se callen». Cassis subraya que la crisis de Ucrania se extenderá durante «años», por lo que serán necesarios países como Suiza «que se hayan especializado en definir procesos tan antiguos y apoyarlos».
En referencia a las sanciones, Suiza ha decidido adoptar las mismas medidas que la UE, que contienen «cientos de nombres» de oligarcas rusos que han visto sus activos en el país congelados. Asegura que «ya ha habido quiebras» de empresas de rusos en Suiza.
Morawiecki insta a Suiza a congelar todas las propiedades de los oligarcas rusos, porque las sanciones adoptadas hasta ahora no son «suficientes» aunque «han golpeado duramente la economía rusa». «Suiza es un lugar donde muchos oligarcas rusos han ubicado sus fortunas», recuerda.
Por su parte, el Gobierno australiano ha ampliado las sanciones impuestas contra Rusia y ha prohibido la exportación de aluminio y bauxita, «de vital importancia para Rusia». También ha donado hasta el momento 70.000 toneladas de carbón térmico a Ucrania después de que Kiev solicitara ayuda al Gobierno australiano, entregará unos 22 millones$ en ayuda humanitaria y 15,5 millones en asistencia militar.
El vice primer ministro y ministro de Reintergración de Moldavia, Oleg Serebrian, descarta nuevos contactos con las autoridades separatistas de Transnistria, aliadas de Moscú. «Es evidente que no podemos seguir hablando de una reunión» entre Moldavia, Transnistria, Rusia, Ucrania y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE)
Transnistria es una región separatista ubicada entre el río Dniéster y la frontera entre Moldavia y Ucrania que es independiente ‘de facto’ del Gobierno de Chisinau. Con la caída y la posterior desintegración de la Unión Soviética, y ante la posibilidad de que Moldavia acabara siendo parte de Rumanía, la región, de población mayoritariamente rusoparlante, proclamó la República Moldava de Transnistria a principios de 1990, que no es reconocida por Occidente.
Rusia castiga a Japón
Rusia se retira de las negociaciones para alcanzar un acuerdo de paz con Japón, pendiente desde la Segunda Guerra Mundial, tras las sanciones impuestas por Tokio en respuesta a la invasión de Ucrania, ante la «imposibilidad» de alcanzar acuerdos con una nación «que abiertamente mantiene posiciones hostiles».
Rusia también se retira del diálogo con Japón para el establecimiento de actividades económicas conjuntas en las Curiles, un archipiélago de islas rusas reclamadas por Tokio. Y bloqueará la designación de Japón como socio de la Organización de Cooperación Económica del Mar Negro.
Enel tardará meses en abandonar Rusia
El grupo italiano Enel, matriz de Endesa, calcula que su salida del mercado ruso llevará «meses» ante la dificultad de resolver de manera segura sus operaciones en el país, y dependiendo de la agilidad de las autoridades de Rusia para ejecutar el proceso.
«Vamos a salir, claramente. La cuestión es que no tenemos una presencia pequeña allí. Estamos pensando en maneras sensatas de reducir nuestras exposición y eventualmente abandonar el país», explica su consejero delegado, Francesco Starace.
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