El Gran Barril de Castellana, el último proyecto de Grupo Oter, abrió sus puertas hace apenas unos meses y es uno de esos lugares de obligada visita en el ámbito de la gastronomía madrileña. Nos encontramos ante un multiespacio en el que el comensal puede disfrutar del mejor pescado y marisco de temporada, pero también comprar producto fresco en su lonja -que se encuentra nada más traspasar sus puertas- para degustarlo en casa.

Este restaurante consolida la apuesta del grupo por la tradición pesquera y marisquera, sirviendo productos del mar de la mejor calidad sin utilizar intermediarios. Gracias a una materia prima tan fresca, el jefe de cocina –Francisco Martínez Sarabia- introduce su cocina de mercado en una carta que se basa en la estacionalidad, ya que depende únicamente de los tiempos del mar.

En su propuesta, la langosta roja del Mediterráneo y el bogavante nacional tienen un gran protagonismo y merece mucho la pena darse el capricho porque trabajan de maravilla estas delicatessen; además, las elaboran de diversas formas: en caldereta, a la parrilla con bilbaína suave, hervida con su vinagreta y mahonesa de alcaparras, y al estilo de Formentera con huevos rotos y patatas fritas. Siguiendo con el producto procedente del mar, entre los mariscos destacan también las gambas -blanca de Huelva o roja de Alicante-; los berberechos a la sartén; las almejas extras de Cambados al natural; el carabinero de isla Cristina al horno; o las zamburiñas horneadas al horno al punto de azafrán. Muy bueno el pulpo, que llega a la mesa en su punto acompañado de unas patatas que se deshacen en la boca. Entre los pescados de anzuelo se puede elegir entre la lubina a la sal; el rodaballo salvaje estilo Guetaria; la merluza de pincho; el rape de tripa de negra al ajo dorado; o el lenguado de estero asado con su piel.

El Gran Barril de Castellana ofrece buenos arroces de Molino Roca, proveedor con el que Grupo Oter lleva trabajando más de tres décadas. Los elaboran secos y todos ellos cuentan con una inspiración marinera, como no podía ser de otra manera: sus propuestas son arroz negro, a la tinta del calamar; con bogavante o con carabineros.

Y los carnívoros disfrutarán con la ternera de Guadarrama: los amantes de la carne pueden decantarse por el solomillo clásico a la escama de sal o salteado al Armagnac; el lomo bajo, chuleta o steak tartar cortado a cuchillo. Las verduras llegan desde la famosa Huerta de Carabaña, a orillas del río Tajuña; y atención al solomillo de bellota embuchado (corte a cuchillo) entre las chacinas. Entre los postres destacan la torrija brioche, la tarta de queso con caramelo toffee, los crepés suzettes al Grand Marnier, la tarta Alaska o una selección de sus mejores quesos.

La bodega cuenta con una gran selección de vinos que van variando con el asesoramiento de la sumiller Gema Gordon, de La Vinoteca de El Telégrafo. Etiquetas de moda y las mejor puntuadas del año, vinos italianos, franceses, portugueses y alemanes que se pueden degustar por copas o incluso adquirir in situ para disfrutar en casa. Además, teniendo en cuenta la tendencia creciente por la coctelería, Ventislav Krasimirov ha creado una carta de cócteles para todos los gustos en la que se puede disfrutar de apuestas clásicas como el mojito, el margarita o la piña colada, pero en la que también ofrecen creaciones propias de la casa.

El espacio es luminoso, decorado con gusto y distribuido en varios niveles, lo que acrecienta la sensación de amplitud. Su decoración recuerda a las marisquerías neoyorkinas, con sus grandes ventanales y espacios abiertos. El establecimiento, ubicado en la calle del Poeta Joan Maragall, 23, cuenta con varias estancias diferenciadas como la barra, la zona de lonja, los salones principales, los reservados privados y una coqueta terraza, perfecta para el buen tiempo. Elegir este restaurante resulta un acierto para comidas y cenas de negocios; pero también para reuniones familiares y cenas especiales.