Un reportaje sobre Carles Rexach tuvo más audiencia en Catalunya que el debate

08/11/2011

Josep M. Orta Barcelona. TV3, una vez más, no emitió el debate entre Rajoy y Rubalcaba y en cambio emitió “El convidat” (el invitado), un reportaje sobre el ex futbolista Carles Rexach que fue líder de audiencia en Catalunya.

“El convidat” es un programa que TV3 emite los lunes en los que un personaje popular –en este caso Carles Rexach- comparte un fin de semana con un periodista (Albert Om). Antes el programa de humor “Crackovia”. Ambos coincidían en la franja horaria del debate entre Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy y tuvieron una audiencia que superó en los dos casos los setecientos mil televidentes.

“El convidat” fue el programa más visto por los televidentes catalanes y tuvo una audiencia  784.000 espectadores y una cuota de pantalla del 22,1%, El debate que emitió La Uno agrupó a 741000 espectadores con el 20,7% de audiencia. El seguimiento en las otras cadenas fue menor (Antena 3, 218.000 espectadores y el 7,6%; La Sexta, 208.000 con un 5,8% y La Cuatro se conformó con un 2,9% de cuota de pantalla con102.000 seguidores. Los dos “CSI”3 que emitió Telecinco también consiguieron audiencias notables pese a su coincidencia horaria con el debate:”CSI Miami” congregó a 325.000 catalanes y “CSI Nueva York” a 424.000.

Agrupando los televidentes que siguieron el debate en uno u otro canal, en Catalunya lo vieron el 37% de los televidentes, muy lejos del 54% de los televidentes que lo siguieron en toda España.

En la televisión catalana, al filo de la medianoche, los cabezas de lista de las cuatro provincias celebraron –para su territorio- sus respectivos debates y lograron una audiencia de 101.001 espectadores.

Una campaña local

Estos datos, aunque sean farragosos, reflejan el limitado interés que los catalanes tienen por una campaña en la que todo parece decidido, salvo el resultado local. La incógnita es si el PP se convertirá en la segunda fuerza en detrimento de CiU y el grado de descalabro de los socialistas, que pese a todo, se perfilan como primera fuerza catalana (y quizás sean la única comunidad que logran la victoria). Los populares –que pueden lograr diputados en las cuatro provincias- hacen una campaña moderada, a imitación de Rajoy, obviando problemas lingüísticos y no hablando de un Estatut que con su recurso ante el Tribunal Constitucional rebeló a muchos catalanes. Basan sus propuestas en la recuperación económica y no se meten en demasiados berenjenales dado que son la muleta que permite la gobernabilidad de CiU tanto en la Generalitat como en el Ayuntamiento de Barcelona.

El resto de formaciones hace un discurso eminentemente local, mientras Duran Lleida esgrime como el padre de todos los males el que Catalunya no tenga un pacto fiscal (propuesta estrella de CiU) y por ello la Generalitat está obligada a realizar drásticos recortes presupuestarios. Sin embargo Duran Lleida, que nunca ha sido independentista, ve como una posible mayoría absoluta del PP deja a la docena de diputados que pueda lograr en una postura testimonial, cuando la fuerza de las minorías catalana y vasca en la política española siempre ha sido su condición de bisagra. Además su aspiración a formar parte del futuro Gobierno como ministro se aleja, por que si bien pueden coincidir con los populares en temas económicos, el divorcio con las cuestiones identitarias entre las dos formaciones es total.

Por su parte los socialistas, en plena crisis interna y con un debate abierto sobre su futuro congreso, basan su campaña en acusar a los nacionalistas de destruir, con sus recortes, el estado de bienestar y en insistir que no es lo mismo un gobierno socialista que un gobierno del PP. Ello hace que los partidos minoritarios –ERC e ICV- vean crecer sus perspectivas electorales, unos intentando atraer el voto independentista y otros a los sectores afectados por la crisis.

En medio, están las visitas de médico que hacen los candidatos a la presidencia del Gobierno y la recuperación en el Baix Llobregat, de la figura de Felipe González, idolatrado por las clases populares afines a los socialistas.

Entretanto la campaña electoral, pese al voluntarismo de la prensa, pasa casi desapercibida. Pocos carteles, poca propaganda y escasos actos multitudinarios. Aunque esta indiferencia no implica que los catalanes, el día 20, no acudan a las urnas, aunque lo hagan sin demasiado entusiasmo.

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