Schroders calcula que Europa tiene gas para menos de un mes sin el suministro ruso

06/04/2022

Miguel Ángel Valero. "Es probable que el impacto de un embargo energético ruso en Europa Occidental sea mucho menos grave de lo que temen los políticos porque estas economías están bien diversificadas y, por lo tanto, pueden ajustarse a las sanciones mejor", opinan expertos de Scope Ratings.

Dierk Brandenburg, Bernhard Bartels y Eiko Sievert, analistas de Scope Ratings, creen que los gobiernos de la Unión Europea se resisten a reducir las importaciones de energía de Rusia por temor al impacto en el empleo y el crecimiento, pero matizan que «las economías más desarrolladas, diversificadas y dependientes de las importaciones como Alemania e Italia, parecen mucho menos vulnerables que los países del este de Europa».

Admiten que las repercusiones de un boicot de la UE a la energía rusa «se sentirían en toda la cadena de suministro industrial, especialmente en la de los productos químicos, y dependería en gran medida de la rapidez con la que el sector químico, especialmente en Alemania, pueda encontrar sustitutos para el gas ruso». Porque «la alta vinculación de la economía rusa con las importaciones energéticas agregadas no se traduce necesariamente en una dependencia igualmente alta en todos los sectores industriales».

«La importancia relativa de las importaciones de petróleo y gas ruso de la UE varía mucho, resultando en ratios muy altos para Europa del Este, como cabría esperar, pero mucho más bajos en el caso de Alemania e Italia, a pesar de los elevados vínculos energéticos directos con Rusia. La menor importancia relativa refleja la estructura de su economía, el mayor valor añadido de sus procesos de producción y la amplia diversidad de las cadenas de suministro», explican.

«La conclusión es que un problema en el suministro energético ruso tendría mayores consecuencias en Europa del Este que en Europa Occidental. El impacto económico de una crisis sería más asimétrico en las economías de la UE de lo que sugieren los simples volúmenes de importación», añaden.

Otra conclusión es que «es probable que el impacto de un embargo energético ruso en Europa Occidental, especialmente en Alemania, sea mucho menos grave de lo que temen los políticos porque estas economías están bien diversificadas y, por lo tanto, pueden ajustarse a las sanciones mejor».

Sólo los países con una exposición directa limitada, como Estados Unidos o Reino Unido, han anunciado planes para sancionar a Rusia a corto plazo, mientras que otros están elaborando planes para sustituir las importaciones de energía rusa a lo largo de varios años, como el proyecto de Alemania para hacerlo en 2024. También se están elaborando planes de emergencia en varios países para preparar una eliminación más rápida del gas ruso.

Los países de Europa del Este están más expuestos que los de Europa Occidental, especialmente en el caso del gas natural suministrado a través de gasoductos. Aunque el efecto económico de nuevas sanciones ya se refleja en los precios mundiales del petróleo y, por tanto, afecta a todas las economías, sigue habiendo diferencias significativas para el suministro de gas natural en Europa debido a la limitada capacidad del GNL para sustituir las importaciones rusas a corto plazo.

El alto grado de diversificación económica de gran parte de Europa Occidental debería proteger a las economías de la dependencia directa e indirecta de las importaciones energéticas rusas en caso de interrupción del suministro. Sin embargo, la importancia relativa de las industrias a las que afectaría una prohibición también podría aumentar las consecuencias económicas en algunos países.

«El posible efecto dominó en la cadena de suministro puede ser importante si afecta a otros sectores sistémicamente relevantes de la economía (la industria del automóvil en Alemania, por ejemplo)», advierten los expertos de Scope.

Más del 36% de los ingresos totales de la industria química alemana se generan a partir de las ventas a otros sectores, como la fabricación de automóviles, que a su vez es responsable de hasta el 10% del PIB del país.

En el caso de Alemania, los metales básicos y los productos químicos son los mayores consumidores de energía rusa, seguidos por el automóvil y la industria manufacturera. «La dependencia es de alrededor del 15% del total de las importaciones de energía, lo que es significativo, pero puede no ser tan importante como se podría pensar teniendo en cuenta las importaciones agregadas. En 2020, el 27% del consumo energético de Alemania procedía del gas natural, del cual hasta el 75% se importaba de Rusia», apuntan los expertos de Scope.

Las importaciones de gas de Rusia fueron responsables de alrededor del 20% del consumo energético de Alemania. Entre los sectores también hay fuertes efectos indirectos a través de la cadena de suministro -en el comercio mayorista y minorista, así como en la construcción-, pero la importancia relativa es similar en la mayoría de los sectores.

En comparación con Alemania, la dependencia de Francia es, en general, mucho menor y se concentra en diferentes sectores, especialmente en el químico y el de la construcción. La exposición de la economía francesa no se diferencia de la italiana, a pesar de que el volumen absoluto de las importaciones energéticas rusas de esta última es mucho mayor.

Las cadenas de suministro españolas parecen mucho más independientes de la energía rusa, aunque esa ventaja es limitada mientras los precios de la energía sean elevados en toda Europa.

Las industrias de Europa del Este están mucho más expuestas a los suministros rusos. Un efecto que es aún más pronunciado si se compara la importancia relativa de Rusia para Polonia y Bulgaria con la de Europa Occidental. Dado el menor valor añadido de los sectores industriales, el impacto de un embargo energético en el transporte, la construcción y el comercio mayorista y minorista sería mayor para las economías de Europa del Este.

«Polonia muestra la menor dependencia de las importaciones rusas debido a su propia producción de energía mediante el carbón, de ahí el entusiasmo de Varsovia por un embargo energético ruso, en contraste con el Gobierno de Budapest, pues Hungría tiene una mayor dependencia directa e indirecta de las importaciones de energía rusa. La República Checa no es una excepción, salvo por la gran dependencia de la energía rusa de sus industrias químicas. La comparación de los resultados entre la República Checa y Alemania revela que el sector químico checo genera la mayor parte de sus ingresos a través de las exportaciones, lo que disminuye el impacto del efecto dominó», señala el análisis de Scope Ratings.

Schroders cree que Europa tiene gas para un mes sin el suministro de Rusia

Con la invasión de Ucrania ya en su segundo mes, y con la amenaza por parte de Occidente de aplicar más sanciones a Rusia y el uso del petróleo y el gas por el presidente Putin como arma política, el suministro de ambas materias primas puede sufrir una interrupción.

«De momento, el gas natural y el petróleo rusos siguen fluyendo hacia Europa. Desde el comienzo de la invasión, varios países europeos han desvelado planes para reducir su dependencia de los productos rusos, pero no han impuesto una prohibición definitiva, especialmente del gas, por falta de alternativas a corto plazo», explica Malcolm Melville, gestor de fondos de energía de Schroders, que destaca que Lituania es el único país de la Unión Europea que ha cortado por completo el suministro de gas ruso.

En 2021, el petróleo ruso representó el 12,4% del suministro total de petróleo mundial, lo que supone más que Arabia Saudí e iguala a Estados Unidos. Rusia produce alrededor de 11,5 millones de barriles de petróleo al día, de los cuales casi 4,3 millones se exportan a Europa y Estados Unidos.

«Las estimaciones del mercado varían, pero podríamos perder hasta 4,5 millones de barriles diarios, o el 4% del suministro total de petróleo a nivel mundial, a medida que la invasión rusa vaya avanzando. Antes de la invasión, el mercado esperaba que los suministros de petróleo rusos aumentaran para ayudar a hacer frente a la escasez de suministro mundial tras el Covid. Pero ahora el mercado espera que Rusia disminuya los suministros, creando potencialmente un gran déficit», señala el experto de Schroders.

«Si Rusia comienza a disminuir su suministro de petróleo, el impacto podría ser dramático y permanente. El mundo se enfrenta a una escasez de petróleo de unos 2,6 millones de barriles diarios. Esto, siempre y cuando Estados Unidos sea capaz de aumentar su producción de petróleo, que se ha visto obstaculizada recientemente por los controles de capital, los problemas relacionados con el ESG y la capacidad. Además, existe la esperanza de que se levanten algunas sanciones contra Irán y éste pueda suministrar un millón de barriles más de petróleo al día. Sin embargo, podríamos seguir viendo un déficit de 1,6 millones de barriles diarios. Este déficit, combinado con los bajos inventarios registrados, podría llevar los precios del petróleo a máximos históricos», argumenta Melville.

«El suministro de gas ruso es muy importante para Europa. Representa alrededor del 40% del gas importado por Europa. Los niveles de almacenamiento de gas en Europa ya son bajos, situándose en el 25% de la capacidad total, frente a una media estacional del 38%, por lo que hay poco que hacer. Además, la Comisión Europea ha declarado que el almacenamiento de gas debería alcanzar el 80% para el próximo invierno», añade.

«Si el gas se convierte en una herramienta política en la guerra, las importaciones de gas ruso serán difíciles de sustituir. Europa está tratando de diversificar el suministro, mirando sobre todo a Estados Unidos, pero esto lleva tiempo y el alcance es marginal comparado con la cantidad de gas que suministra Rusia. La preocupación por el suministro se refleja en los precios europeos del gas, que ya son seis veces superiores a la media a largo plazo, con unos 120 euros por megavatio/hora», apunta el gestor de Schroders.

«Si Rusia decide cerrar el grifo, la Comisión Europea estudiaría formas de reducir la demanda, por lo que podrían cerrarse industrias no esenciales. En este contexto, Alemania y Austria ya han empezado a elaborar planes de contingencia para racionar el suministro de gas en caso de escasez inmediata. Pero, en las condiciones actuales, el suministro de gas de Europa podría agotarse en menos de un mes si Rusia decide dejar de suministrar su gas«, concluye Malcom Melville.

 

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