El destino del hijo no está grabado en los genes

22/04/2022

Miguel Ángel Valero. "Si trabajas con la disposición genética de tu hijo, podrás fomentar que se convierta en la mejor versión de sí mismo", defiende Danielle Dick en "El código del niño".

«Los niños no son un papel en blanco sobre el que sus bienintencionados padres escriben». Es una de las tesis que defiende Danielle Dick, catedrática de Genética Molecular y Psicología de la Universidad de Virginia (EEUU), fundadora y directora del College Behavioral & Emotional Health Institute, y responsable del proyecto ‘Spit for Science Study’, en «El código del niño» (Planeta, 348 páginas, traducción de Noemí Jiménez Furquet).

La obra ofrece una didáctica reflexión sobre el papel de los genes en el desarrollo del hijo. Porque todos los niños nacen con un talento oculto en sus genes. También propone una forma más inteligente y eficiente de criar a los hijos, porque solo existe una forma ‘adecuada’ de ser padres con cada criatura. La clave reside en saber que cada niño tiene su propia singularidad, en conocerla y lograr que la crianza no sea un camino de frustraciones sino de éxi9tos compartidos.

Danielle Dick asegura que «la conducta del niño suele tener una influencia mayor en la crianza futura de lo que el comportamiento de los padres tiene en su conducta». «Nuestros hijos dan forma a nuestros métodos de crianza más de lo que nuestros métodos de crianza moldean a nuestros hijos», insiste.

Pero el futuro no depende solo de la genética. En «El código del niño», su autora pide a los padres que no desesperen porque «el destino de vuestro hijo no está grabado en los genes». También influye el entorno familiar, entre otros factores.

«El hecho de que los genes tengan una profunda influencia en la conducta de los niños no significa que los padres no importen. Significa que los genes importan. Y que los padres importan de una manera distinta a como creíamos», argumenta Danielle Dick.

«Los genes de nuestros hijos sientan las bases de su disposición e influyen en la forma en que se mueven por el mundo, pero no escriben su destino. Si trabajas con la disposición genética de tu hijo, podrás fomentar que se convierta en la mejor versión de sí mismo y lo ayudarás a controlar aquellas tendencias naturales que podrían darle problemas», recalca la autora de la obra.

Porque los padres «tendemos a darles a nuestros hijos aquello que nos gusta a nosotros, asumiendo que también les gustará a ellos».

«La buena crianza no consiste en hacer más, sino en averiguar qué es lo mejor para tu hijo -para su singular código genético- a medida que éste se va desvelando en las distintas fases evolutivas», razona Danielle Dick.

La autora confiesa que «una de las mayores dificultades de ser madre es reconocer, aprender a aceptar y vivir con el sinfín de cosas que están fuera de mi control en lo que se refiere a mis hijos».

 

 

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