Las olas de calor reducen la capacidad de los bosques europeos de captar y almacenar CO2

19/04/2022

diarioabierto.es. Un estudio liderado por investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid que analiza el impacto de las anomalías climáticas tanto en el crecimiento de los bosques europeos como en su potencial de captura y almacenamiento de CO2.

Las olas de calor pueden reducir a la mitad la capacidad de los bosques europeos de captar y almacenar CO2, según un estudio liderado por investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid que analiza el impacto de las anomalías climáticas tanto en el crecimiento de los bosques europeos como en su potencial de captura y almacenamiento de CO2.

El trabajo, que publica ‘Nature Communications’, observa que los bosques tienen probablemente el mayor potencial para eliminar grandes cantidades de dióxido de carbono en la atmósfera y destaca su contribución a combatir la vulnerabilidad de las sociedades al cambio climático, algo conocido por los científicos.

En la actualidad, se estima que los bosques europeos almacenan en torno al 30 por ciento del carbono contenido en los denominados bosques templados y elimina entre un 7 y 12 por ciento de las emisiones de carbono correspondientes.

Sin embargo, el estudio refleja que las estimaciones regionales y globales del carbono que los bosques almacenan y la caracterización de los factores que alteran esa capacidad de almacenamiento de carbono, se encuentran entre los grandes desafíos de la investigación en mitigación del cambio climático.

Los investigadores de la UPM han dirigido un estudio internacional para analizar, precisamente cómo afectan las anomalías meteorológicas a esta capacidad. Para ello han tomado de ejemplo los bosques de haya, una especie que está muy extendida en Europa y que es muy sensible a las olas de calor y las sequías.

Así, concluyen que eventos climáticos extremos como las olas de calor y las sequías son los factores que más alteran la capacidad de captación y almacenamiento de carbono de los bosques, sobre todo cuando afectan a grandes áreas y originados por anomalías atmosféricas persistentes.

En ese sentido, la investigadora de la ETSI de Montes, Forestal y del Medio Natural y autora principal del estudio Isabel Dorado, ha subrayado que las anomalías atmosféricas persistentes son comunes en Europa, sobre todo en verano, donde llegan a ser responsables del 80 por ciento de las olas de calor que se producen.

«De hecho, en Europa contamos con olas de calor muy conocidas producidas por esas anomalías como la de 2003, 2010 o 2018», recuerda la autora del estudio, financiado a través del programa de postdoctorado Junior Leader de la Fundación La Caixa.

Así, concluye que muchas de las anomalías atmosféricas persistentes que dan lugar a olas de calor afectan de forma desigual al crecimiento de los bosques en Europa y, por lo tanto, no afectan de modo uniforme a la captación y el almacenamiento de carbono en dichos bosques.

El estudio incide en el papel clave que juega la corriente del chorro en verano en la formación de un ‘dipolo’ climático estival (condiciones climáticas opuestas) entre el noroeste y el sudeste de Europa que se refleja en el crecimiento de los árboles.

«Cuando los hayedos de centro y noroeste de Europa experimentan un aumento del crecimiento y de la captación de carbono por unas condiciones climáticas estivales favorables (menos calurosas), los bosques de haya del sudeste de Europa experimentan una reducción de crecimiento y de la captación de carbono por unas condiciones desfavorables como sequía u ola de calor», añade la investigadora de la UPM.

De ese modo, explica que esta polaridad en el crecimiento puede llegar a ser muy acusada y registrar reducciones de crecimiento de «hasta el 50 por ciento en la región europea bajo los efectos de un clima estival adverso, mientras que los incrementos de captación y acumulación de carbono en la región bajo condiciones favorables alcanza el 40 por ciento».

Este hecho, según argumenta, genera un desequilibrio de productividad entre ambas regiones que conlleva implicaciones importantes para la planificación y la adopción de estrategias de gestión encaminadas a combatir el cambio climático mediante la preservación de la cobertura forestal.

A este respecto, la investigadora concluye que contrarrestar el desequilibrio de la productividad forestal en Europa dependerá en gran medida de la estructura y la densidad de los bosques, la adaptación de estas poblaciones a las condiciones cambiantes y la dinámica y recurrencia de sequías y olas de calor, así como de otras perturbaciones como incendios y plagas.

«El efecto neto de este desequilibrio productivo forestal europeo en los flujos de carbono terrestre globales depende y seguirá dependiendo en gran medida de las diferencias noroeste-sudeste en las tasas de productividad forestal, reservas de carbono y resiliencia de los bosques», concluye.

En el trabajo de la UPM han participado también investigadores de otros 39 centros de investigación y universidades de 16 países, como del departamento de Física de la Tierra Astrofísica de la Universidad Complutense de Madrid, al que pertenece la segunda autora Blanca Ayarzagüena y el Laboratory of Tree-Ring Research de la Universidad de Tucson (Arizona), entidad de la que ha participado la senior author del artículo Valerie Trouet.

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