Mario Monti y Lukas Papademos son los nombres de moda. Son los dos hombres en los que están puestas todas las miradas. Papademos va a mandar en Grecia y todo indica que Monti será el encargado de suceder a Berlusconi en Italia. Ambos se enfrentan a retos realmente complicados y medio mundo tiene puestas sus esperanzas en estos dos personajes.

Monti fue comisario de mercado interior de la Comisión Europea y ha sido nombrado senador vitalicio por el presidente italiano, Giorgio Napolitano. Hombre apartado de la lucha partidista y técnico reputado es el elegido para un gobierno «tecnocrático» que lleve a cabo las reformas que la UE demanda a Italia.

Papademos comparte perfil europeo con Monti. Fue vicepresidente del Banco Central Europeo y es un reputado economista. También es el elegido para liderar un gobierno «apartidista» en su país y conoce a la perfección los «resortes» de la política económica europea.

Pero lo más curioso es que ambos se enfrentan al mismo reto objetivo, poner en marcha duros programas de ajuste, y al mismo problema subjetivo, ya que ambos dependen de convencefr a los partidos políticos a los que no pertenecen de que deben alargar los plazos para unas elecciones.

Es curioso esto de los políticos. Se habla de la necesidad de un gobierno de concentración y la izquierda italiana ve la ocasión de descabalgar por fin a la derecha. De la misma forma, en Grecia es la derecha la que ve la ocasión de descabalgar a la izquierda. Los mismos males, la misma miopía, el mismo cortoplacismo. Da lo mismo dónde, todos los políticos buscan lo mismo. Ellos dicen que quieren el bien de la nación, pero la realidad es que lo único que buscan es «tocar» poder. Y les da exactamente igual el coste. ¡¡Qué lamentable!!

En estas andaban los mercados, queriendo subir en la apertura, porque siguen confiando no se sabe muy bien en qué, cuando surgieron nuevos rumores acerca del rating francés, que se demostraron falsos y posiblemente interesados cuando Standard & Poor’s aseguró que no tiene intención de mover la calificación francesa de su AAA-.

Entre el rumor y el esmentido hubo una fase bajista acusada que terminño con las ganancias iniciales y amenazó con llevar a los índices europeos a las puertas del abismo, pero el desmentido sirvió como nuevo revulsivo para dejar las cosas en su sitio, que es el de las ligeras pérdidas para todos excepto el Dax, que al cierre subió un 0,66%. EL FTSE perdió un 0,28%, el CAC un 0,34% y el Ibex un 0,36%.