Licencia para espiar

05/05/2022

Luis Díez.

Entre Pegasus, troyanos y amigos del Putinato va haciendo falta un Homero con el canto de las proezas de los héroes y bellacos de nuestro tiempo, tan distante y semejante a todos los tiempos. El relato, a puerta cerrada, sobre el espionaje a políticos independentistas catalanes y al mismísimo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la ministra de Defensa, Margarita Robles, que la directora general del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Paz Esteban, pudo hacer ante la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso de los Diputados, confirmó que, en efecto, el Centro mantuvo la lupa y la oreja puesta sobre determinados dirigentes separatistas del nacionalismo catalán. Es decir, que cumplió con la labor constitucionalmente asignada de velar por la seguridad y la libertad de los ciudadanos para evitar males mayores derivados del fanatismo y la violencia. Lo contrario habría sido una dejación de funciones imperdonable, aunque solo sea por los ingentes recursos de todos los españoles (fondos reservados incluidos) a esa labor.

El CNI, cuyo lema es “saber para vencer”, espió en este caso (y se supone que en todos los de espionaje interior) con la cobertura del magistrado del Tribunal Supremo que ha de autorizar a priori o convalidar a posteriori si la situación era urgente, las operaciones de escucha y control. Sobre cómo (con Pegasus o sin él) y a quién se espió, ya la ministra Robles dijo ante el pleno del Congreso que cuando se incendian las calles, se cortan autopistas y vías férreas y se envenena la convivencia, los servicios de inteligencia han de hacer su trabajo. También los de información policial, naturalmente. Horas antes de las explicaciones de la directora del CNI, Robles, que es magistrada y realizó el trabajo hercúleo en los años noventa de limpiar las cloacas de Interior, dio a entender que agentes del Centro controlaron a los independentistas prófugos de la Justicia española, empezando por el expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont. “Cuando a uno le llaman a comparecer (ante la Justicia) hay unos que comparecen y otros no comparecen y se van. Aquí ha habido gente que tuvo el coraje de asumir un proceso judicial mientras otros no lo han tenido”.

Para los buenos entendedores parece claro que con Pegasus (el mitológico caballo alado cuyo origen ni siquiera está claro: unos dicen que era hijo de Poseidón y otros que nació de la sangre de Medusa cuando Perseo le cortó la cabeza) o sin ese sistema que permite escuchar las conversaciones telefónicas y cara a cara con sólo llevar el móvil en el bolsillo, los líderes separatistas y sus fanáticos seguidores erigidos en violentos comités de defensa de la república catalana fueron espiados por los servicios secretos. ¿Con qué objeto? Para preservar la unidad e integridad del Estado. Puesto que los partidos nacionalistas catalanes que promovieron el “procés” han seguido gobernando en Cataluña, los buenos entendedores de la responsabilidad democrática que les concierne (incluida la lucha contra el terrorismo) se habrán enterado de que la información que fluía y fluye hacia los Mosos d’Escuadra no se origina exprimiendo el aire.

En este sentido, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, un tipo que apuesta por la convivencia democrática y que acaso por eso y por defender la honradez y los derechos humanos también ha sido espiado, ha abogado por mantener las buenas relaciones y no añadir leña a las brasas del incendio catalán y de otros incendios que los socialistas han ido apagando. Cierto es que los compañeros de viaje del PSOE en el Gobierno progresista (con la notable excepción de Yolanda Díaz) parecen militar, sin haber leído a Rousseau, en un purismo tan casto como falsario, pues les sobra recorrido político. De ahí que su iniciativa (con los nacionalistas de ERC y Bildu) de crear una comisión parlamentaria de investigación y de exigir que rueden cabezas en el Gobierno, comenzando por la ministra de Defensa, hayan sido una torpeza, otra más, resuelta en esta ocasión gracias a la suma de los votos del PP. Cuando el caballo de Troya pasta y además relincha en la Moncloa, mala señal.

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