El coche particular: ¿será un activo para las generaciones futuras?

06/05/2022

Daniel José Georges, de Bolt España.. La respuesta está en el avance de la movilidad compartida.

Las ciudades pueden ser más inteligentes en la forma de desplazarse de las personas. Y la movilidad compartida es un componente clave en un futuro con muchas incertidumbres. Si hace 20 años era habitual —por no decir casi obligatorio— tener un coche particular, hoy observamos que la sociedad, poco a poco, se mueve de forma diferente, creando nuevas tendencias y desarrollando nuevos hábitos. Aun así, y a pesar de las crecientes alternativas de movilidad a las que pueden recurrir las personas en su vida diaria, esta transición se ha producido a fuego lento y la sociedad ha estado demasiado apegada a la creencia de que es mejor tener un vehículo en propiedad.

Según los datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), en España había 24.558.126 turismos circulando en nuestro país en 2020. Este número supone un aumento del 2% frente a los 24.074.151 de 2018. Contrastando estas cifras con la evolución del censo de conductores con permiso, también de la DGT, vemos que en 2020 había 27.206.036, frente a los 26.853.754 de 2018, lo cual supone un incremento del 1,31%.

Estos datos muestran la hipótesis que hemos destacado al inicio: aún hay un apego al vehículo propio. Sin embargo, consideramos que el progreso en materia de movilidad está fuertemente vinculado a la movilidad compartida; las ciudades no tienen capacidad suficiente para afrontar los retos del crecimiento continuo del número de vehículos. Pongamos por ejemplo Madrid y Barcelona. En la ciudad condal entran cada día en torno a 1.368.804 vehículos y dispone de 49.025 plazas exteriores para turismos, a las que se suman 18.803 plazas destinadas a motocicletas. En el caso de Madrid se estima un parque de 1.527.506 turismos y la Administración local cuenta con 97.013 plazas de aparcamiento.

En ambos casos podemos ver el problema que supone para las ciudades el creciente parque de vehículos. A esto hay que sumarle las ventajas que supone dejar de tener coche propio, por ejemplo, desde un punto de vista económico. Un turismo, por norma general, pierde el 16% de su valor a partir del año de antigüedad, y un 53%, a partir de los cuatro años.

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El camino hacia una solución pasa por el concepto de movilidad compartida, que ya existe desde hace muchos años y que, sin embargo, sólo en el periodo pospandémico ha ido ganando terreno. En este sentido, debemos mirar hacia las soluciones que tenemos actualmente, y sobre todo entender cómo podemos potenciar su desarrollo. Es preciso fomentar el desarrollo de mejores infraestructuras capaces de soportar los servicios de transporte de taxi y VTC, los servicios de micromovilidad que incluyen los scooters y las bicicletas eléctricas, los servicios de entrega de alimentos y comestibles, que eliminan la necesidad de salir de casa para comprar estos bienes, y también los servicios de transporte público, que se deben facilitar como un producto integrado, a disposición del usuario. El producto final es una red de movilidad no sólo compartida, sino integrada con innumerables beneficios económicos y medioambientales.

Coches compartidos
Los indicadores muestran que la movilidad compartida ha venido para quedarse. De acuerdo con los datos de Stadista Digital Market Outlook, el uso del coche compartido en España ha aumentado a un ritmo estable desde 2018. El negocio en cifras ha crecido de los 397,19 millones de euros en 2018 a los 495,32 millones en 2021. También ha aumentado el porcentaje de la población que utilizan estos servicios de 9,4% a 10,5%. Estas cifras muestran que ya se está produciendo un cambio en nuestra forma de movernos.

Para que este concepto siga creciendo, hay que cambiar de mentalidad, cambiar los hábitos de consumo y, sobre todo, cambiar la forma de ver nuestros desplazamientos diarios. Hoy día, con toda la tecnología dedicada a los estudios y al desarrollo, sabemos más, tenemos más conocimientos, más información. Si nos permitimos cambiar en cosas básicas, como tener un teléfono inteligente o un televisor, por qué no nos permitimos también cambiar cuando se trata del hábito más básico y sencillo de nuestra vida diaria: la forma de movernos.

Con esto no estoy diciendo que mañana todos debamos ir a vender nuestros coches personales. Este proceso llevará tiempo y se necesitan más infraestructuras y soluciones para apoyar la demanda de estas alternativas. Pero, respondiendo a la pregunta inicial, ¿es el coche personal un activo para las generaciones futuras? La respuesta es no, no lo es.

Daniel José Georges, directivo de Bolt España.

Daniel José Georges es director en España del servicio de vehículos de turismo con conductor (VTC) y taxis de Bolt, empresa que se propone acelerar la transición del coche en propiedad hacia la movilidad compartida.

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