Son muchas las incógnitas que pesan sobre el mercado. La del nuevo primer ministro griego se ha despejado y finalmente será el previsto, Lukas Papademos, pero persisten las dudas acerca de la longevidad de su Gobierno, ya que el principal partido de la oposición ha mantenido hasta el último momento su exigencia de que se convoquen elecciones para el próximo 19 de febrero y Papademos ha obviado este extremo en sus palabras tras aceptar el cargo.

Por tanto, la incógnita número uno es la duración del nuevo Gobierno griego y el mercado tiene la sensación de que nace con una espada de Damócles sobre él.

En Italia, se juegan las cartas más o menos con la misma baraja, pero las exigencias de la oposición vienen a ser las mismas e incluso las de la Liga Norte, el partido aliado hasta ahora con Berlusconi. A tal punto ha llegado la confusión que Antonio Di Pietro, el ex-fiscal de Manos Limpias y ahora bastión opositor en el parlamento, ha afirmado que «si aquí nadie sabe qué va a pasar y qué se va a hacer, ¿cómo se les va a transmitir tranquilidad a los inversores?» Más claro el agua.

Mal deben andar las cosas porque a media tarde Obama en persona se ha visto obligado a hacer una declaración pública para que se supieran dos cosas. La primera, que ha hablado con Giogio Napolitano, el presidente italiano, y la segunda que le parece que Napolitano va a conseguir llevar a Italia a donde se propone, que es al camino de la ortodoxia económica.

Más claro: que Obama apoya los esfuerzos de Napolitano por reconducir la situación y, sobre todo, que Obama no apoya a Berlusconi. Todo un aviso por si al «cavaliere» se le ocurriera intentar echarse atrás tras las votaciones del plan de ajuste. Apoyar a Napolitano en estos momentos es claramente negar cualquier apoyo a Berlusconi.

Parece que lo que en periodos normales tardaría tres semanas en aprobarse se va a votar en dos días (tiene narices que las cosas se puedan hacer rápido y nunca se hagan) y que el lunes Berlusconi tiene que ser pasado ya para Italia. Mario Monti será el encargado de formar un gobierno técnico apoyado por un amplio espectro parlamentario pero, como en Grecia, nadie sabe cuánto durará ese Gobierno. Todos quieren elecciones y Monti lo que necesita es tiempo y respaldo.

La Bolsa no es ajena a estas cosas y refleja exactamente la situación. Hoy le ha parecido un poco «menos peor» que ayer y el S&P 500 ha subido 10,60 puntos. Un resultado que a algunos les resultará excelente, pero cabe recordar que ayer bajo casi 47, así que los números no cuadran ni a martillazos. Puede ocurrir que al final terminen por cuadrar, pero hoy no ha sido, ni por números ni por calidad, ya que las tecnológicas no se han sumado en absoluto a este relativo optimismo.

Al cierre, el Dow Jones subió un 0.96%, el S&P 500 un 0,86% y el Nasdaq un 0,13%