Escuchas, mentiras y vergüenzas

11/05/2022

José María Triper.

No por anunciada, deja de ser menos escandalosa y gravemente preocupante la injustificada e injustificable destitución de Paz Esteban al frente del Centro Nacional de Inteligencia. Una víctima de ese truculento culebrón de escuchas, mentiras y vergüenzas, salpicado con la deshonrosa rendición del gobierno del Estado ante quienes quieren destruirlo y acabar con el sistema democrático y de libertades.

Una destitución, que no sustitución como quiere disfrazar Sánchez por boca de la ministra de Defensa su nueva humillación ante los independentistas catalanes y el resto de los Frankestein protagonizando un hecho insólito en un estado de derecho como es ver a un presidente del Gobierno que entre los enemigos de España y los servidores de España y del orden constitucional se pone al lado de los enemigos del país que preside, lo que podría ser interpretado como un acto que raya la prevaricación y una felonía al faltar a la promesa que realizó en su toma de posesión como jefe del Gobierno en la que prometió “lealtad al Rey y guardar y hacer guardar la Constitución con lealtad al Rey y guardar y hacer guardar la Constitución, como norma fundamental del Estado.

Unos grupos separatistas de los que es rehén y cooperador necesario que, además, son también los amigos de Vladmir Putin y de sus crímenes de guerra en Ucrania tras confirmarse que el fugado Puigdemont se reunió con un emisario del tirano del Kremlin el día anterior a la declaración unitaria de independencia, quien le ofreció el envío a Cataluña de 10.000 soldados y pagar la deuda catalana a cambio de una legislación permisiva con las criptomonedas.

Pero Sánchez no sólo ha cometido una injusticia con una fiel servidora de los intereses de España y de la democracia a la que corta la cabeza por haber cumplido con su deber de vigilar y garantizar la seguridad de todos los españoles, con la misión que encomienda la legislación al organismo del que era directora, con el preceptivo conocimiento del Ejecutivo y con la autorización judicial correspondiente. También ha cometido, el y su Gobierno, una deslealtad con las instituciones del Estado y con los funcionarios del CNI y de la Administración entera que se ven ahora desmoralizados y desamparados ante cualquier nueva veleidad del Presidente o exigencia de quienes le mantienen en el cargo a cambio de concesiones y chantajes.

Eso, con el añadido de poner en grave riesgo la credibilidad de sus servicios de inteligencia y la seguridad nacional. ¿Qué país aliado va a confiar ahora en España y en los servicios secretos de un Estado al que su jefe de Gobierno ha dejado al nivel de bananero y a menos de dos meses de acoger la cumbre de la OTAN? ¿Quién va a ofrecer información reservada sobre Rusia, el yihadismo, el narcotráfico o la inmigración ilegal a un país en el que el jefe del gobierno ha metido a los amigos de Putin, de Maduro y de las dictaduras iberoamericanas en la Comisión de Secretos Oficiales?

Eso con el añadido, al que ya hicimos alusión en su momento, de una posible derivada económica a través de la paralización de inversiones de empresas estratégicas y multinacionales, al comprobar que, como ha dicho el ex ministro Josep Piqué “las comunicaciones con el gobierno de España son perfectamente interceptables”.

Vilezas y mentiras tan vergonzosas como la comparecencia de la Ministra de Defensa en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Una Margarita Robles que no dio ni una sola explicación sobre los motivos del cese de su subordinada, evidentemente no podía, y que tampoco ha tenido la dignidad de ligar su destino al de Paz Esteban a la que había defendido en el Congreso sólo cinco días antes. Y con ella son también cómplices de este atentado a España  y a la seguridad nacional todos los diputados y miembros de lo que un día fue el PSOE, un partido de Estado, y que ahora es una banda de palmeros al servicio de los intereses personales de su secretario general y presidente del Gobierno que se aferra al sillón de La Moncloa, despreciando la dramática realidad económica y social del país y de sus ciudadanos, desprestigiando las instituciones democráticas, hundiendo la imagen exterior de España y de nuestros servicios de seguridad e inteligencia, y humillándose, él y su gobierno, antes los independentistas y los enemigos de España, en una desesperada huida hacia adelante. Y luego nos extrañamos de que Biden ignore a Sánchez y excluya a España de sus reuniones internacionales.

 

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