Europa más ancha y más profunda, con una sala de espera confortable

11/05/2022

Hernando F. Calleja.

El día de Europa ha sido este año preterido por la celebración en la Plaza Roja de Moscú del desfile de la Victoria. Se habían generado no se qué expectativas sobre Putin. La brillantina del desfile, la orgía de condecoraciones y los armamentos llenos de banderas, gallardetes e insignias y escudos aparatosos, contrastó claramente con la vergüenza de los armamentos rusos en territorio ucraniano, sin más enseña que una zeta toscamente trazada por grafiteros uniformados. Putin ha hundido en el cieno la dignidad de los rusos hasta convertir su ejército en banderías de bucaneros y mercenarios.

 

A pesar de ese ensombrecimiento mediático, el día de Europa ha sido este año una jornada de acendrado europeismo. Estrasburgo ha sido el escenario del final de la Conferencia sobre el futuro de Europa, una convocatoria que, pese al escepticismo de algunos y las tremendas dificultades ocasionadas por la pandemia, ha convocado a miles de ciudadanos de todos los países de la Unión Europea, que durante más de un año han debatido cuestiones nucleares para el ser y del deber ser de una renovada Europa que nos ilusiona.

 

La presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen, la presidenta del Parlamento Roberta Metsola y el presidente de Francia, Emmanuel Macron demostraron que el empeño de participación ciudadana no era baldío y que la Conferencia ha alumbrado más de trescientas medidas para mejorar la Unión en nueve capítulos, todos ellos y por igual importantes para la mayor cohesión e integración continental. Democracia, valores y derechos, salud, educación y cultura, economía, digitalización, clima, política exterior y migraciones  son esas nueve áreas para las que se han alumbrado las medidas concretas.

 

En unos momentos en la que La Unión Europea está demostrando más y mejor que nunca que los valores que representa están por encima de los intereses de cada uno, por legítimos que sean, todavía ha quedado tiempo para luchar contra la pandemia y sus secuelas y enfrentar la crisis de Ucrania con entereza y envidiable unidad moral. Y además, para elevar la vista al horizonte y avizorar qué y cómo será la Europa del futuro.

 

La profundización en el proyecto europeo, empero, no exige que la Unión se limite a sus fronteras actuales. Algunos tienden a ver el ensanchamiento como una debilitación, pero Europa no es excluyente y tiene muchos países que llaman a su puerta. La propuesta que ha realizado el reelegido presidente de Francia de buscar soluciones a la sala de espera que la Unión Europea impone a los países precandidatos y candidatos a la integración es digna de ser estudiada y el propio canciller alemán Olaf Scholz aceptó que era una propuesta a tener en consideración.

 

Macron plantea la creación de una “comunidad política europea” para incluir en ella a aquellos estados que comparten los mismos valores que la UE, pero no pueden integrarse rápidamente. La propuesta es realista en mi opinión. Esos países disfrutarían de un reconocimiento y de un foro estatutario y los procesos de integración seguirían siendo igual de minuciosos, rigurosos y garantistas, con lo que la crítica inmediata, de un posible debilitamiento de la UE, quedaría conjurada.

 

En resumen, un día de Europa fecundo que tiene la gratificación añadida del crujir de dientes de Orbán, Salvini, Le Pen, Melenchon, Abascal o Kaczynski y los tontos consumidores… de su palabrería nacionalista

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