La sociedad ha dividido al mundo en el maniqueo “buenos” y “malos”. Como se demostró en la votación popular del pasado festival de Eurovisión, los espectadores se volcaron por la canción de Ucrania presumiblemente más allá de su calidad musical.

En el mundo occidental Putin no parece contar con demasiados amigos, es más son muchos los que esperan su derrota – de una u otra manera – para verle sentado delante de los tribunales internacionales por crímenes contra la humanidad que presuntamente han cometido sus tropas.

Sin embargo, esta contundencia en el rechazo del dictador ruso contrasta con la benevolencia con los que esta sociedad valora a otros dictadores o dirigentes que presumen de demócratas por que celebran elecciones. Son pocos los que ven a Israel como una democracia ejemplar, sus prisiones están llenas de palestinos y sus soldados acostumbran a repeler los ataques con piedras con fuego real. Las duras imágenes del entierro de la periodista Shireen Abu Aqleh, asesinada el pasado miércoles han dado la vuelta al mundo. Pero las autoridades israelitas solo salen al paso con vagas promesas. Sus fuerzas policiales tienen inmunidad. Y esto que la periodista también tenia la nacionalidad estadounidense

Otro experto en tener patente de corso, saltándose todos los tratados internacionales es el rey de Marruecos. La estratégica posición de su país hace que todos bailen con su música y sabedor que su gran protector no es otro que Estados Unidos, todos le ríen sus gracias.

Y no hablemos de los grandes emiratos árabes, que gracias a su petroleo los demócratas más demócratas de todos los demócratas miran para otro lado de como trata a sus súbditos y a los empleados de sus súbditos.

Tampoco España se salva. Acaban de extraditar a Argelia para paliar el malestar de este país por el reconocimiento del Sahara marroquí del disidente político Mohamed Benhalima. Nada más llegar a Argel el fiscal pide para él la pena de muerte.

Los desastres provocados por las tropas norteamericanas en los numerosos conflictos internacionales que han participado desde la guerra del Vietnam y sus maniobras desestabilizadoras ante gobiernos que no le son gratos también son de sobras conocidas.

Putin tiene mala suerte por que todo el mundo se le tira encima mientras que otros que de una forma u otra también se les va la mano son juzgados con mucha mayor benevolencia. No es que Putin no sea malo, pero es que los demás tampoco son buenos.