Beneficios o salarios

19/05/2022

Maite Vázquez del Río.

Entre pandemias, guerras y demás contratiempos los ciudadanos españoles y europeos asistimos al viejo debate que pasa desapercibido hasta que surge una nueva crisis económica: qué hacer con los beneficios de las empresas y con las subidas salariales.

El primer razonamiento que se me ocurre es que mientras los beneficios son intocables, es el propio mercado el que los regula, los salarios se convierten en la semilla del conflicto en la crisis. Gobierno, instituciones económicas y, por supuesto, organizaciones empresariales, son los primeros en «pedir» que no suban lossueldos hasta que capee el temporal. Silencio absoluto sobre los beneficios empresariales.

Pero esta crisis que estamos atravesando, pese a que desvíen nuestro foco de atención hacia la guerra de Ucrania y la actitud perversa de Putin -que problema sí que es-, lo cierto es que, por los datos dados a conocer en el primer trimestre de este año, a las grandes empresas les ha ido muy bien, y a las pequeñas empresas, autónomos y trabajadores muy mal. Imposible encontrar un término medio de reparto.

El propio gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ha reconocido que la disparatada subida de la inflación está perjudicando a los trabajadores, sobre todo a los que menos sueldo cobran. No es el mismo esfuerzo económico el que realizan los trabajadores más precarios para pagar alimentos, luz, gas o combustibles que para las grandes empresas (a las pequeñas les va peor) y aquellos sueldos que superan con creces la media. Tampoco para los pensionistas cuya pensión media tampoco es para lanzar cohetes.

Lo que el ciudadano de a pie no logra entender es cómo, una vez más, se vuelve a cargar sobre las espaldas de trabajadores, pensionistas y funcionarios el sacrificio, mientras las grandes empresas proclaman y exhiben sin pudor sus beneficios -en algunos casos históricos-, al tiempo que apelan a la responsabilidad de sus trabajadores para que no pidan mucha subida de sueldo, con la siempre manida excusa de que en juego está el mantenimiento del empleo y la supervivencia de la propia empresa. El problema es que a fuerza de tanto repetirlo durante tantas crisis, ya no hay quien les crea.

No se trata de aplicar ninguna política económica. La de la derecha conservadora siempre ofrece mejoras tributarias a las empresas mientras que sobre al sueldo de los trabajadores aplica guiños que no se traducen en nada. Y la de la izquierda acaba en cantos de sirena de que paguen los que más tienen, pero que no se traduce nada más que en un puñado de euros que no sirven para solucionar los problemas de la economía española, y mucho menos en mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos y sus sueldos.

Hablar de un pacto de rentas es otro canto de sirena sobre el que ni el presidente del Gobierno ni su vicepresidenta opositora, Yolanda Díaz, logran ponerse de acuerdo. La reforma fiscal nunca llega a dónde a España le conviene para reducir su déficit, pagar su deuda y mejorar la vida de todos, pequeñas empresas, autónomos, trabajadores, pensionistas, funcionarios y demás ciudadanos.

Un estado de bienestar pierde el bienestar cuando peldaño a peldaño se van perdiendo servicios públicos que nos facilitaban la vida. Solo hay que comprobar cómo ha caído la calidad de los servicios públicos, desde la atención al ciudadano, a la sanidad, que era nuestro buque insignia y envidia de muchos países (muchos extranjeros venían a ser tratados a España, por algo sería).

Con la pandemia, las guerras y las crisis, todos perdemos, aunque a la vista de cómo le va a cada uno, las empresas siguen con beneficios increíbles y el resto (la economía del país y sus ciudadanos) perdemos. Tal vez habría que poner límites a esos beneficios para que se destinen a sus trabajadores (vía salarios) y al país (vía impuestos), además de seguir invirtiendo en mejoras tecnológicas, y dejar de imponer pérdidas de poder adquisitivo a los de siempre. Llegará un momento en que nadie podrá pagar sus facturas, y las empresas dejarán de cobrar… ¿entonces, qué pasará?

Lo único que podemos saber es que si no se suben los sueldos, la inmensa mayoría de los trabajadores no podrá pagar sus facturas. Las subidas salariales que están pidiendo es para poder pagar la luz, la comida, el gas… todo lo que ha disparado sus precios y que son necesarios para vivir. No piden más dinero para caprichos, que es lo que sube la inflación. Y la patronal solo dice que subir salarios es crear más inflación.

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