Marionetas en la cuerda. Intérprete, Christine Lagarde

25/05/2022

Hernando F. Calleja.

Hubo un tiempo en el que los cantantes que acudían al festival de Eurovisión lo más osado que podían hacer era enseñar los pies, como Sandie Shaw, que giraba como la cantante de los pies descalzos. Corría 1967 y se hizo con el primer puesto con una canción de aire circense que se llama Puppet on a string, o sea, Marionetas en la cuerda, para entendernos.

Con tanto estruendo eurovisivo estos días no sé por qué me ha venido a la memoria aquella canción. Palabra que no he tomado ningún alucinógeno, pero se me ha personificado Christine Lagarde cantando Marionetas en la cuerda. ¡Vayan a saber por qué asociación de ideas se mezclan la cancioncilla funambulesca y la presidenta del BCE!

El caso es que Lagarde si hace funambulismo en la cuerda floja para contentar a unos y otros con la nueva política monetaria de la institución que preside. Inicialmente parecía dispuesta a poner la directa y subir los tipos “lo necesario” para conjurar la inflación. Ahora parece haber equilibrado sus ímpetus y habla de mayor prudencia, un par de subidas este año y suficientemente espaciadas, para ver qué pasa.

A todos nos han enseñado o han tratado de convencernos de que la inflación es un fenómeno monetario que se regula midiendo la masa monetaria que circula por ahí. Esto era una verdad contrastada en la monotonía de los ciclos económicos. Pero este proceso inflacionario no es igual. Es cierto (y un servidor ha hablado aquí varias veces de los océanos de liquidez que se estaban creando con las políticas expansivas de la FED y del BCE).

La pregunta que parece oportuna ahora sería más o menos, ¿con esa inmensidad de dinero circulando se ha provocado la crisis de oferta? La respuesta parece claramente negativa. No se han agotado los recursos por un desaforado mercado, sino por constricciones antimercado, tanto en las materias primas como en productos elaborados y semielaborados.

Y la siguiente pregunta necesaria sería, ¿vale la política monetaria para controlar este tipo de inflación? ¿En qué grado y en cuánto tiempo? Ese es el dilema de Lagarde (y de De Guindos y de todos los banqueros centrales de la Unión Monetaria). Frenar ya la compra masiva de activos parece de libro. Induce a los Gobiernos nacionales a disparar el gasto público (¡que no falte de na!). Si a eso unimos la lotería de los fondos New Generation, el descontrol financiero está garantizado, fundamentalmente porque deja los déficit reales en una opacidad tremenda.

Subir los tipos de interés es el correlato necesario, aunque su eficacia con esta naturaleza de inflación esté menos clara. Lagarde se balancea en la cuerda como la muñeca de Sandie Shaw. A un lado tiene lo portores nórdicos, que le invitan a un balanceo más vigoroso y arriesgado. Al otro lado los portores que se acoquinan viendo la pirueta por prudente que sea. Cada uno quiere que Lagarde caiga de su lado y la presidenta del BCE duda de que pueda mantenerse en la cuerda floja mucho tiempo más.

¡Pasen y vean!

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