Las texturas, aromas y sabores de un plato son capaces de transportarnos a otros lugares, lejanos y cercanos. Por eso, una visita a BAAN (บ้าน, casa en tailandés) se puede convierte en un viaje a través de la cocina del sudeste asiático y sus elaboraciones más icónicas. Un recorrido por Tailandia y Vietnam con paradas en India, Corea, Japón o China para ofrecen una interesante experiencia culinaria en un cuidado entorno en pleno corazón capitalino.

Este restaurante desea convertirse en uno de los templos de la comida tailandesa en Madrid y, de momento, apunta maneras. En su carta presentan utilizan productos locales y reconocibles para los españoles como el cerdo ibérico, la vaca gallega o los pescados y mariscos de lonja, para ponerlos al servicio de técnicas y recetas tradicionales tailandesas, dando lugar a una cocina creativa con sabores potentes y a menudo con matices picantes muy agradables.

En el wok de BAAN nacen platos como el original pad thai de pulpo asado con salsa agridulce de sake y soja, y fideos frescos de arroz. Lo que hace especial a esta preparación es su salsa de marisco con tamarindo y tinta de calamar, que le proporciona un delicado sabor marino. Esta elaboración se suma a otras imprescindibles como sus nem rán de pollo de corral y bull negre del Pirineo (obligatorio pedirlos); los dumplings de cerdo ibérico; las samosas rellenas de curry suave de coliflor, boniato y queso de cabra; o las ostras fritas con salsa tártara de encurtidos y barbacoa de manzanas (muy buenas). Otro entrante que no defrauda es la viera al fuego con salsa holandesa de cítricos.

En cuanto a los principales, destacan recetas como la costilla de vaca ahumada en hoja de platanero con patatas mantecadas al eneldo y relish de rabanitos, acompañada con manzanas ácidas encurtidas. Otro bocado atractivo es el sándwich banh mi con láminas de pastrami, pickle de pepino, hierbas aromáticas y mousse de paté con vino amontillado; una reinterpretación del típico sándwich vietnamita, por el toque occidental que le aporta el pastrami. Entre los platos estrella de la casa se encuentra los currys; como el verde con boniato confitado, jalapeños y coliflores fritas; el curry de Goa con corvina asada a la parrilla, okras guisadas y hierbas aromáticas, o el curry rojo tailandés con muslo de pollo de corral y piña asada a la parrilla. Los amantes del pescado disfrutarán con la lubina entera marina con jengibre, cúrcuma y chiles, cocinada al vapor y acompañada de salsa cantonesa y mandarinas asadas. Muy destacable también la selección de salsas, guarniciones y encurtidos preparados en el propio restaurante, como el kimchi de col kakusai; la sriracha de habaneros; los encurtidos vegetales caseros o el mortero umami de cangrejo de río.

Entre los postres se puede elegir entre el merengue crujiente con cassis, fruta del dragón y lichi con salsa de frutos rojos; la mousse de chocolate templado relleno con chutney de piña ahumada a la parrilla y helado de coco, o la emblemática tarta de queso fluida con miso blanco, galleta de jengibre, helado de canela, crujiente de sésamo y sake templado. La propuesta líquida de BAAN ofrece una amplia selección de cócteles clásicos y de autor, grandes destilados y más de cien referencias de vino.

Uno de sus puntos fuertes es el espacio en que se ubica (calle Villanueva, 2) dividido en dos alturas, diferenciando así el restaurante situado en la planta baja de su Cocktail House que ocupa la primera planta. La decoración está inspirada en el estilo colonial del sudeste asiático, combinando dibujos orgánicos, piezas antiguas, pieles y telas teñidas a mano en colores tierra que forman un techo a modo de jaima, que se combinan con telas azul índigo que dejan entrever alguna máscara tailandesa puntualmente iluminada. Y atención porque también tiene una terraza ideal para disfrutar del buen tiempo.