
Varias personas pasan por la Oficina de Empleo del Paseo de las Acacias, en Madrid.
El paro de larga duración afecta a 1,5 millones de personas en España. Se trata de algo menos de la mitad del total de los 3,1 millones de parados. Un paro de larga duración que afecta más a las mujeres, y sobre todo a los mayores de 55 años. El 75% de las féminas y el 66% de los varones en paro a partir de esa edad llevan más de un año en el desempleo.
Así se deduce de los datos de afiliación y de paro, estos extraídos de la encuesta de población activa (EPA), y otras fuentes estadísticas, por la patronal de empresas de trabajo temporal Asempleo.
“El paro de larga duración es un reto pendiente del mercado laboral español”, asegura la empresarial, que echa en cara al Gobierno su última reforma laboral y su objetivo de someter a un mayor control la temporalidad.
Y ello a pesar de que el paro de larga duración ha descendido desde su cénit en marzo de 2014, cuando superó los 3,5 millones de personas, a los actuales 1,5 millones, con datos también de marzo; unos 100.000 más que antes del inicio de la pandemia en 2020.
Sin embargo, a pesar de ese acusado descenso, lo que no cambia es la dificultad que muestran los mayores de 55 años para encontrar empleo, una vez pierden su trabajo. Tres de cada cuatro mujeres desempleadas mayores de 55 llevan así, sin trabajo, más de un año. Y dos tercios de los varones.
Una estadística que coloca a los senior en una posición muy difícil en sus relaciones con el mercado laboral. Porque el reloj corre en su contra. No solo por su edad. Sino también porque está demostrado que cuanto más tiempo se lleva en el desempleo, más cuesta salir de él.
Así, la probabilidad de encontrar trabajo para aquellos que llevan menos de un año en paro triplica la de quienes acumulan en el dique seco esos doce fatídicos meses.
En este punto, la patronal de las ETT rompen una lanza por los contratos de corta duración, temporales, que permiten a los parados un acceso más fácil al empleo; y a las empresas, minimizar los riesgos de contratar a una persona en el paro de larga duración, si esta no les funciona, esgrimen.
“Los contratos temporales actúan como un trampolín hacia la ocupación, al minimizar los riesgos que afrontan los empleadores cuando contratan a una persona que lleva tanto tiempo sin trabajar, y reforzar sus habilidades profesionales con la experiencia y la formación que se provee”, reiteran.
Sin embargo, otras voces señalan a esa misma temporalidad como uno de los factores que disparan el paro, al facilitar a las empresas una mano de obra de quita y pon, muy fácil de eliminar, con menos costes y menor riesgo de lío judicial.
Así lo ha entendido el Gobierno, que, mediante su reforma laboral, ha encarecido la contratación de menos de 30 días de duración, y tratado de controlar el exceso de contratación temporal, eliminando el contrato de obra o servicio, entre otras medidas.
Medidas, en cambio, que no acaban de ser bien vistas por los patronos, que acusan al Gobierno de “haber ignorado en parte” a los parados, en especial a los de larga duración, en beneficio de quienes sí tienen empleo.
La formación protege solo a medias
El estudio también refleja las diferentes situaciones que afrontan las personas con menor o mayor formación en relación con el desempleo de larga duración.
Sin embargo, los resultados no son plenamente optimistas. Si se analiza al total de parados con bajo nivel formativo que lleva más de un año parado, se descubre que esa situación afecta a más de la mitad. Es decir, que un 52% del total de parados con estudios elementales acumulan un año en el desempleo.
Si en cambio hablamos de estudios superiores, la diferencia apenas se reduce nueve puntos, hasta un 43%, que son los universitarios parados desde hace más de un año.
Y eso que, aun siendo mala, la situación de España no es de las peores en la Unión Europea (UE). La tasa de paro española es la mayor de la Unión, el 13,3%. Sin embargo, si nos centramos en el paro de larga duración, este afecta al 42,8% de los españoles (según Eurostat); claramente superados en ese furgón de cola por el 68% de los eslovacos; el 65% de los griegos; el 61% de los italianos; y el 48% de los portugueses, proporciones de parados de larga duración dentro del conjunto de desempleados.
En el otro lado, en Dinamarca y Países Bajos apenas el 20% de los parados son de larga duración; menos de la mitad que en España.
Volviendo a España, y en relación a las ayudas, el informe asegura que dos tercios de todos los parados de larga duración reciben aquí algún tipo de ayuda; sea esta una prestación contributiva, un subsidio o una renta mínima de inserción.
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