El sermón de las tres cifras y la cuatro palabras

02/06/2022

Luis Díez.

Cuando el PSOE tiene mayoría y puede gobernar avanzan los derechos sociales y las libertades individuales. Se ha visto en los más de cuarenta años de democracia y es perfectamente contrastable  por las racionales mentes, con independencia del color político de sus propietarios. Por el contrario, los derechos sociales y las libertades se estancan y retroceden cuando gana el PP. Derechos consolidados como el aborto y la igualdad entre hombres y mujeres (sobre el papel) siguen siendo cuestionados (y amenazados) por los sectores cerriles de la derecha, presionada ahora por la extrema derecha. Recuérdese, por ejemplo, el empeño de Alberto Ruiz Galardón en anular el derecho a la libertad de las mujeres a decidir su maternidad. Y eso que Gallardón pasaba por ser el más progresista de la camada ministerial de Mariano Rajoy con mayoría absoluta.

De manera que sin necesidad de oír el sermón de Pedro Sánchez ante los parlamentarios socialistas con ocasión del cuarto aniversario del triunfo de la moción de censura que desalojó a Rajoy de La Moncloa, hay pocas dudas sobre las grandes diferencias en materia social y de avance de las libertades entre socialistas y conservadores. En lo que ambas formaciones políticas (y todo el arco parlamentario, se podría decir) coinciden es en la economía de mercado propia del capitalismo, sin que ello quiera decir que todo el monte sea orégano ni que los controles y regulaciones estatales y supranacionales sean innecesarias.

Enumeró Sánchez las iniciativas legislativas más destacadas sobre el avance de las libertades (la ley del derecho a la eutanasia o muerte digna, entre ellas) y recordó la restitución de los derechos sociales y económicos sustraídos a los trabajadores y pensionistas durante la crisis bancaria por la derecha gobernante. A diferencia de los decretazos y el rodillo de la mayoría absoluta entonces, el diálogo, la negociación y el acuerdo han sido el método si en qua non ahora. Método empleado también para atemperar la tensión separatista catalana. Recordó que los avances sociales y de derechos se han conseguido con el voto en contra de la derecha crispante y la extrema derecha amenazante y en el contexto de una pandemia, seguida de una guerra que ni las más aciagas mentes podían imaginar. Cierto es que ante las dos calamidades más graves de lo que llevamos de siglo, la voz y el liderazgo de España han sido notables en la Unión Europea.

Además del rescate de la probidad ante una derecha enfangada en mordidas cupulares y casos de corrupción que no parecen tener fin, como lo prueba el desalojo del presidente del PP, Pablo Casado, por pedir cuentas a la presidenta madrileña, Díaz Ayuso, de las adjudicaciones directas de contratos a su hermano (lo mismo que el alcalde de Madrid, Rodríguez Almeida con su primo de por medio), fue el de Sánchez el sermón de las tres cifras y las cuatro palabras. Cifras: 20, 50 y 1000; 20 millones de afiliados a la Seguridad Social, 50% de nuevos contratos indefinidos y 1000 euros de salario mínimo mensual. Palabras: Gobierno de coalición “social, progresista, digno y ejemplar”.

Naturalmente, Sánchez dejó los datos negativos para la oposición (aunque prorrogará las medidas contra la carestía provocada por la guerra de Putin contra Ucrania) y las diferencias con los coaligados de Podemos para otro momento. De momento, la “sanchidad”, que no el “sanchismo” de los agrios Rodríguez y Ayuso, recibe aplausos (y son de esperar votos en Andalucía), tiene recorrido y lo seguirá teniendo mientras la derecha emberrechinada persevere en las consabidas tácticas ruidosas de infundir inquietud, desconfianza y miedo (sea a la ruina o al infierno) con el fin de erigirse en salvadora.

 

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