El Gobierno alemán ha diseñado un plan de emergencia con el objetivo prioritario de asegurar el suministro de gas y electricidad a clientes domésticos y empresas en los próximos meses. Con el telón de fondo de una guerra a la que la no se le intuye su fin, Alemania se prepara ya para el próximo invierno.
La decisión de Gazprom, el grupo energético controlado por Moscú, de reducir en un 60 % el transporte de gas que suministra a Alemania a través del gasoducto Nord Stream 1 ha encendido nuevas alarmas. La empresa rusa alega problemas técnicos debidos a fallos en turbinas fabricadas por Siemens, que no pueden ser solventados con facilidad por los embargos aprobados contra Rusia, pero las autoridades alemanas estiman que es un capítulo más del uso de la energía como arma de guerra. Y que las medidas del Kremlin en la misma línea continuarán
Un escenario que ha debido provocar un shock emocional al ministro de Economía y Energía, el verde Robert Habeck, que ha anunciado este domingo que Alemania quemará más carbón y durante más tiempo para reducir el consumo de gas en generación eléctrica. Si el partido político al que representa exigió a la anterior canciller Angela Merkel adelantas el cierre de las centrales de carbón a 2030, ahora se impone la realpolitik. Y el objetivo básico es tener los tanques de gas llenos al 90% de su capacidad en diciembre.
Habeck ha subrayado que la situación energética es seria, y que además el país está comprando el gas a precios más elevados, cuestión que comparte con todos las naciones europeas. Circunstancias que llevan al Ejecutivo germano a implantar normas adicionales para reducir el consumo y tratar de evitar así problemas más relevantes que los actuales el próximo invierno. Ha llegado el momento de «dar otro paso» y emplear parte de las herramientas que el Ejecutivo ya anticipó y preparó en los últimos meses paraun escenario de un corte del suministro por parte de Moscú.
La reactivación de las centrales de carbón conlleva inversiones en la mejora de la estructura de la red de las plantas, así como el aumento y diversificación de las importaciones para sustituir al vetado carbón ruso y la utilización de la producción nacional basada en minas a cielo abierto aunque sea menos eficaz para la generación de electricidad.
El plan de emergencia se completa con un sistema de subastas del gas que emplea la industria, creando incentivos para el ahorro. De esta forma, se compensará a las compañías que saquen gas al mercado.
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