A veces uno tiene la sensación que la historia se repite. Uno, que lleva bastantes años en el oficio, el mapa político actual le trae a la memoria los años ochenta del pasado siglo cuando un joven que había alcanzado la presidencia de Castilla y León fue designado sucesor de Manuel Fraga en la presidencia del PP.

Mandaba entonces desde hacía años un tal Felipe Gonzále,z que desde 1982 gobernaba el país, y al final de este ciclo no sólo parecía cansado de gobernar si no que incluso se había olvidado de su socialismo y su formación actuaba con una prepotencia insultante, al tiempo que le salpicaban los escándalos de corrupción y de cloacas del Estado.

En estas apareció Aznar quien desde el primer momento abandonó la idea de que su partido era carne de oposición y se lanzó a la campaña de mudarse de vivienda para alojarse en La Moncloa. Primero tuvo que “limpiar” un partido cuyos cargos parecían estar muy cómodos en la oposición y, por otro, presentó un programa centrista (que tiempos aquellos) que logró ilusionar entre otros a los decepcionados del socialismo (precisamente por olvidarse que eran socialistas). Daba la imagen de que era capaz de resolver los problemas de los ciudadanos y transmitía confianza. Ganó en el 96 y su primera legislatura, gracias a la Convergència de Pujol, tuvo un mandato ejemplar. Después, ya con mayoría absoluta, se olvidó de las políticas centristas y cayó con su “España va bien” en los mismos defectos de sus predecesores.

Ahora parece que la historia se repite y el PP, con el nuevo liderazgo de Núñez Feijoo y con su experiencia en el gobierno gallego, vuelve a ilusionar a amplios sectores de la sociedad, con un importante respaldo mediático todo hay que decirlo, ante la pasividad de un Pedro Sánchez que actúa con la misma prepotencia que González, rompiendo pactos, incumpliendo promesas y despreciando a los socios que le llevaron a La Moncloa.

No sé si el gallego repetirá la historia de Aznar, pero los mimbres para que ello pase están haciendo el cesto. Si con Aznar en la oposición unas europeas dieron el primer triunfo a los populares, ahora han sido tres autonómicas -Madrid, Castilla y León y Andalucía – las que le están marcando el camino.

Si no pasa nada queda un año y medio para las generales, antes habrá autonómicas y municipales, y no parece que los socialistas den muestras para reconducir una situación que les es más que desfavorable, sobretodo cuando se sienten muy incómodos a la hora de aplicar medidas de izquierdas que son las que desea su electorado.

Esta situación parece que es la repetición de una película que ya hemos visto.