Menorca, región europea de la gastronomía 2022

05/07/2022

Carmela Díaz.

La preciosa isla balear es conocida por sus calas, la naturaleza virgen, esa esencia mediterránea, así como por uno de sus tesoros más preciados: la gastronomía. La riqueza culinaria de la isla está alineada con su historia, abierta también a otros rincones del Mare Nostrum, pero sin olvidar las raíces que caracterizan su cocina local.

Estos días, Menorca vuelve a colocarse en el punto de mira por haber sido proclamada Región Gastronómica Europea 2022 por el Instituto Internacional de la Gastronomía, la Cultura, las Artes y el Turismo. Recibir esta distinción significa contribuir a una mejor calidad de vida, sensibilizando sobre la importancia de la singularidad cultural y alimentaria, estimulando la creatividad y la innovación gastronómica. Estas cualidades, sumadas a la riqueza de sus materias primas, la convierten en un destino gastronómico donde disfrutar de una completa escapada.

La gastronomía menorquina es puro placer y cuenta con un gran producto de la tierra y del mar; ya sea la carne de los animales de raza autóctona, las hortalizas cultivadas y recogidas en temporada o las capturas diarias de la pesca, las cocinas se llenan con una calidad suprema. Hay que rendirse a sus arroces caldosos, la caldereta de langosta, cualquier pescado de roca a la plancha, o la gamba roja con un simple aliño de ajo y perejil. El cerdo es considerado el animal por excelencia, con productos que asombran especialmente a los visitantes, como la gran variedad de embutidos que se obtienen de él o con la sobrasada. El queso de Mahón es otra de las joyas gastro: no en vano, cada año llegan a producirse más de medio millón de piezas. Y para los que no lo sepan, la salsa mahonesa tiene origen menorquín: la base es la emulsión en frío de huevo y aceite de oliva, sazonada con sal, vinagre o zumo de limón.  Los años que los ingleses pasaron en la isla, dejaron un poso importante en el sector licorero, a través de la elaboración de la ginebra. Fueron ellos los que introdujeron en la población autóctona el gusto por el destilado, la bebida local oficial.

Otra de las delicias que se cultivan en las arcillosas tierras del centro isleño es el azafrán, uno de los condimentos culinarios más caros del mundo. Y no podemos olvidarnos de los dulces: entrar en un obrador de la zona se convierte en una tentación para los golosos por su infinidad de postres, tortas, cocas, ensaimadas, pastissets o los carquinyols, tanto de almendra como de chocolate.

¿Dónde nos alojamos para probar todas estas delicatessen? Una muy buena opción es el Barceló Nura: un hotel que aboga por un turismo sostenible y donde la gastronomía local es una de los grandes protagonistas. Su proyecto culinario está diseñado por el chef Marco Jacoby que combina una experiencia gastronómica de calidad y de cercanía con matices de las cocinas nikkei, italiana, griega y argentina, pero donde la gastronomía tradicional menorquina lidera la carta. Entre los ingredientes destacados que utiliza hay que mencionar el cordero, cabracho, hinojo marino, el queso mahonés o los embutidos. Así como los productos estrella de muchas de sus recetas: la langosta, el atún rojo y el aguacate, verdaderos manjares de la isla. Algunas de las propuestas imprescindibles que tienes que probar en su restaurante son la langosta a la brasa con salsa de coral y maracuyá; el carpaccio de pulpo ahumado; el pepito lobster o el tartar de ternera servido sobre tuétano a la brasa. Y mientras te alojas aquí, no olvides relajarte y darte un baño en sus fabulosas piscinas, algunas de ellas de agua salada.

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