Las fortalezas de Feijóo

06/07/2022

Luis Díez.

Todo sube. Y el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, también. Por eso es una pena que este hombre de nariz aquilina y fino olfato político no pueda intervenir (el Reglamento lo impide) en el debate sobre el estado de la nación, programado para los días 12, 13 y 14 del corriente en el Congreso de los Diputados. Será el primer examen general de la política del Gobierno de coalición progresista que preside el líder del PSOE, Pedro Sánchez Pérez-Castejón. A muchos ciudadanos les gustaría echar una mirada judicial al evento y dictar su propia sentencia al margen de lo que apunten y disparen las encuestas.

Aunque no pueda medirse con Sánchez en la tribuna de oradores, Feijóo asistirá a la sesión el primer día, ocupará el escaño al que tiene derecho como senador y se sentará en el sillón de su antecesor Pablo Casado Blanco como jefe de la oposición. Su secretaria general, Cuca Gamarra, pronunciará el discurso por él, lo cual no significa que no responda a la intervención del líder socialista en los pasillos. De antemano sabemos que “el sanchismo” es nefasto para España porque lo dicen todos los jefes, cuadros, militantes y simpatizantes del PP.

Pero salvando los juicios absolutos, de mentes fanáticas, vengativas y resabidas es tan cierto como el que se saca un ojo y queda tuerto que Unidas Podemos presta cada día más favores a las derechas aireando sus posiciones maximalistas, cuando no utópicas y ucrónicas, sobre las decisiones del Gobierno del que forma parte. Las discrepancias sobre la OTAN y la decisión de incrementar progresivamente el gasto público en defensa son el penúltimo episodio de una discordia que, sin tapar, resta mérito al avance de los derechos y libertades y a la buena labor del Ejecutivo en materia social, fiscal y económica. Y desde luego, busca ensombrecer en España el liderazgo creciente de Sánchez en la Unión Europea.

Reverdece así el fenómeno según el cual la fortaleza del oponente reside en la debilidad del gobernante. Y ya se sabe cuál es el margen de maniobra parlamentaria de Sánchez. Sin el pacto con UP y el apoyo (incluida la abstención) no podría gobernar (y las derechas tampoco). Hay acciones y gestiones perfectamente criticables cuando las realiza un miembro del Gobierno, pero no si las efectúa un edil o un gobernante autonómico del PP. Sirva de ejemplo el viaje a Nueva York de la ministra de Igualdad, Irene Montero, en contraste con los tres realizados hasta el momento por la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Por cierto que además de ir a la ciudad de los rascacielos estaría bien que la ministra del ramo acudiera alguna vez a confortar a los huérfanos y familiares de las víctimas de la violencia machista.

La última discrepancia sobre la decisión del Ejecutivo de destinar un crédito suplementario de mil millones de euros a las Fuerzas Armadas ha llevado a la vicepresidenta y titular de Empleo, Yolanda Díaz, a solicitar la reunión del pacto de gobierno. La cuestión de fondo es si UP puede aceptar el incremento comprometido con los aliados del 2% del PIB en materia militar. Díaz estima que no es aceptable dedicar 22.000 millones de euros a la defensa (incluye la I+D+I) mientras su departamento cuenta con menos de 30.000 millones para los desempleados.

Sin negar las razones de unos y de otros, la cumbre de la OTAN (un éxito de organización y seguridad) dejó claro en Madrid cuáles son los nuevos tiempos que nos toca vivir, no precisamente porque lo quieran los gobernantes de los países miembros, sino el belicoso genocida ruso Vladímir Putin, y cuál es el nuevo escenario. La UE, Reino Unido, Turquía y Estados Unidos constituyen un bloque defensivo ante unas amenazas perfectamente identificables por su tamaño. A buenos entendedores, pocas palabras bastan, a los malos, todas les sobran. Y es ahí donde la pericia de Feijóo entra en juego, ofreciendo un pacto de Estado en materia de defensa y política exterior. Nada nuevo entre los dos grandes partidos de gobierno, pero necesario.

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