Sánchez no defrauda y gana

13/07/2022

Luis Díez.

El hombre subió los cinco escalones acolchados hasta la tribuna de oradores, describió la situación, con gráficos incluidos, identificó los problemas y antes de explicar la receta afirmó en tono tajante: “Me voy a dejar la piel para defender a la clase media trabajadora”. Era un dirigente correoso que había sobrevivido a mucha mala leche y fue directamente al grano: “El gran reto se llama inflación”, dijo. Esa subida acelerada y tremenda de los precios que, después de la pandemia, ha venido provocada por la guerra de Putin contra Ucrania y el consiguiente incremento de los costes de la energía y de los alimentos básicos, no se resuelve de un de un día para otro. Siendo optimistas acabaremos el año con un 6,5% de inflación. Eso dijo. Si tenemos en cuenta Y que hace dos años estábamos en el 0,5%, he ahí el porcentaje de pérdida salarial en el mejor escenario posible.

Antes de explicar las medidas contra la mengua de los sueldos y las pensiones, el dirigente socialista y presidente del primer Gobierno de coalición progresista en España desde 1936 pidió al personal que no se fie de los curanderos y haga caso de los médicos. Luego, entre expresiones cómo “vamos a por todas” y “gobernamos para la mayoría social”, anunció las recetas, comenzando por el impuesto especial a las grandes compañías eléctricas y corporaciones financieras sobre los beneficios de este año y del próximo. La respuesta inmediata llegó desde la Plaza de la Lealtad (ya es paradoja), sede de la Bolsa, con una caída del Ibex que al final de la jornada resultó menos brusca de lo esperado: algo más de medio punto.

Los especuladores y los directivos de las grandes sociedades anónimas se resisten a renunciar al dividendo y los bonos. Lógico. El término “solidaridad” es ajeno a los mercados. Pero los representantes democráticamente elegidos han de actuar ante la adversidad social. Pueden hacerlo con despidos baratos, empleo basura, corrupción extrema y extendida, inmoralidad económica y comportamientos ilícitos, como ocurrió durante la crisis financiera, o con protección del empleo mediante los Ertes, con honradez y con liderazgo europeo para afrontar conjuntamente los momentos más duros, como estamos viendo ahora con este “no líder” llamado Pedro Sánchez.

Luego, “el hombre sin alma” enumeró las decisiones de aplicar la gratuidad en los trenes de cercanías y media distancia de Renfe (y Rodalies en Catalunya), de bonificar el 30% el transporte urbano desde el 1 de septiembre, de incrementar las becas y aportar cien euros mensuales para los estudiantes a partir de 16 años y otras medidas con mayor coste como son la reducción del IVA energético al 5% y el mantenimiento de las ayudas a los sectores directamente afectados por la carestía de las materias primas. Y prosiguió con la política industrial y de transformación sostenible, auspiciada por los fondos de recuperación europea tras la pandemia.

Frente al retroceso de derechos y libertades en algunos estados nortemaericanos y los riesgos de involución que esto representa para las conquistas civiles en nuestro país, el dirigente se mostró firme en la defensa de los avances, anunció nuevos pasos y pidió a la derecha que retire sus recursos contra el aborto y otros derechos individuales. No lo hará porque nunca ha querido los derechos y libertades anhelados por la mayoría social y, por el contrario, nuestra patriótica derecha siempre se ha esforzado en meter palos en las ruedas para evitar los avances.

Si alguien había olvidado que estos debates sobre el estado de la nación (no se celebraba desde 2015) los suele ganar el presidente del Gobierno, el protagonizado por el líder socialista no ha quebrado la tradición. Materias tan graves como la muerte de inmigrantes en la frontera con Melilla (Gabriel Rufián, de ERC mostró balas supuestamente disparadas por agentes españoles y marroquíes) provocaron fuertes subidas de tono. Veremos lo que resulta de la investigación abierta por la Fiscalía. Las críticas del PP por hablar con los dirigentes de Bildu (Concepción Gamara lo considera una afrenta a las víctimas del terrorismo de ETA) también causaron revuelo. ¿No quedamos en que todas las ideas y posiciones se pueden defender sin violencia? Por otra parte, el PP y Vox han despreciado por segundo año consecutivo el homenaje del Congreso de los Diputados a las víctimas del terrorismo. ¿Por qué ese afán divisorio?

Pero en lo atinente a la crisis económica provocada por el desalmado Putin con la invasión de Ucrania que ha venido a añadir sufrimiento a tanta gente después de una pandemia que ha supuesto la pérdida de miles de seres queridos, no hay duda de que el presidente Sánchez es, con diferencia, el gobernante con mayor sensibilidad social que podíamos tener los españoles. Ahora falta por ver hasta donde llega la responsabilidad social corporativa de las grandes empresas.

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