Scott Ruesterholz, gestor de carteras en Insight Investment (grupo BNY Mellon), plantea la gran duda que tienen los mercados: «¿Podrá la Fed controlar la inflación sin provocar una recesión?».
«El problema es que la renta interior bruta del país está aproximadamente un 1,5% por encima de la tendencia previa a la pandemia. Los estímulos fiscales y el respaldo monetario que se aplicaron durante la primera ola de COVID-19 han potenciado tanto la demanda que la oferta no puede satisfacerla, lo que ha provocado que prácticamente todo aumente sustancialmente de precio, desde la gasolina hasta los coches o los alquileres. Ahora, la Fed está intentando que las rentas disponibles vuelvan gradualmente a su tendencia prepandemia. La forma ideal de hacerlo es que la economía crezca lentamente, quizás entre un 1% y un 1,5% durante varios años, hasta que acaba convergiendo y la inflación regresa al objetivo», explica..
Pero «históricamente, cuanto más se aleja la inflación del objetivo, más difícil resulta gestionar la economía». «Un problema añadido es que la economía estadounidense siempre ha caído en recesión cuando los precios de la energía han aumentado más de un 20% en el año, a excepción de 2011. Esto es así porque la energía actúa como un impuesto: la gente tiene que coger el coche para ir a trabajar o llevar a los niños al colegio y todo eso acaba «comiéndose» la renta disponible. Por suerte, en promedio, los hogares estadounidenses tienen casi más dinero ahorrado que deuda. La duda es si esos ahorros y esa solvencia bastarán para capear lo peor del endurecimiento monetario», advierte.
«A la hora de la verdad, si la Fed tiene que escoger entre inflación o recesión, escogerá recesión. Aunque un aterrizaje suave sigue siendo posible, las probabilidades son cada vez menores y el entorno de inversión se complica por momentos», resalta este experto.
La Fed «está intentando activamente ralentizar el crecimiento, lo que podría debilitar la economía y hace que la selección de bonos cobre aún más importancia». «Algunos sectores, como el de la energía, conservan un poder de fijación de precios considerable, al igual que otros sectores de consumo cíclicos que están experimentando cuellos de botella, como el de la automoción, y que pueden repercutir en sus precios el aumento de los costes de producción».
Por eso, este experto recomienda evitar «los sectores donde no existan estas presiones de precios y que podrían sufrir un debilitamiento de la demanda, sobre todo los comercios minoristas, que fueron los más beneficiados por la pandemia». «Preferimos posicionarnos en aquellos sectores en los que es más probable que los consumidores sigan gastando, como coches, ocio y hostelería, y nos centraremos en el consumidor estadounidense que, entre todos los factores económicos mundiales, se encuentra probablemente en mejor situación para capear la tormenta», concluye.
Christian Scherrmann, U.S. Economist de DWS, interpreta que el último movimiento de la Fed evidencia «su serio compromiso con la reducción de la inflación». «Sigue combatiendo la inflación y echando toda el agua que puede a las llamas inflacionistas de Estados Unidos», subraya.
«Para la Fed, el tipo de interés oficial que se sitúa ahora en el rango del 2,25-2,5%, no impide el crecimiento: ni apoya ni obstaculiza la economía», añade. Pero, al mismo tiempo, «ha empezado a reconocer lo que ya se discute ampliamente en otros lugares: el impulso económico se está suavizando».
«A pesar de ello, la Fed tiene que centrarse en una inflación todavía demasiado alta. Y los mercados laborales, el principal indicador de la economía real para la Fed, le dan margen para hacerlo; Están extremadamente ajustados y la tasa de desempleo sigue siendo baja», apunta.
Powell deja muy claro que necesita una «prueba convincente» de que la inflación está disminuyendo. Esto podría no ocurrir pronto, por lo que el presidente de la Fed mantiene la puerta abierta a una nueva subida de 75 puntos básicos.
Schermann espera que en el Simposio de Jackson Hole, previsto para finales de agosto, «posibles reajustes en la futura postura de la Fed». «Sin embargo, a menos que se produzcan grandes y agradables sorpresas en los precios, esperamos que la Fed siga insistiendo en su estrategia de endurecimiento, aunque es probable que sus cambios de tipos en otoño sean de menor intensidad. Tras la respuesta de emergencia, la lucha contra la inflación de la Fed podría empezar a ser un poco más comedida», augura.
Charles Diebel, director de Renta fija de Mediolanum International Funds Limited (MIFL), señala que la Fed sigue muy atenta a los riesgos de inflación existentes y que está comprometida en volver a situar la inflación en el objetivo del 2%. «Sin embargo, también reconoció que el gasto y la producción se estaban debilitando a pesar de las aún sólidas condiciones de empleo. Éste es el primer reconocimiento de la ralentización de la economía estadounidense y, a su vez, es el primer paso que señala una ralentización del ritmo de subidas de tipos», resalta.
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