Del sectarismo ideológico al cinismo energético

10/08/2022

José María Triper.

Mientras los gobiernos de nuestros socios europeos se esfuerzan y trabajan en busca de  soluciones para paliar las consecuencias del reto energético derivado de los cortes de suministro del gas ruso, aquí en España seguimos sufriendo la caricatura de un gobierno fuera de la realidad, que incapacitado para ofrecer soluciones a los problemas de los ciudadanos se dedica a plantear parches, improvisaciones y ocurrencias, derivadas del sectarismo ideológico y de ese cinismo institucionalizado que caracteriza a la izquierda radical y anacrónica que tenemos en España.

Una tendencia general que se mimetiza ahora en ese llamado Plan de Ahorro Energético que no sólo invade las competencias de las comunidades autónomas y vulnera la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, – temperatura de entre 23 y 25 grados en verano y de entre 21 y 23 grados en invierno- sino que supone un atentado contra la iniciativa empresarial, la economía y el empleo. Normas que quiere imponer manu militari cuando en otros países de nuestro entorno son obligatorias para el sector público pero voluntarias para las familias, las empresas y el sector privado en general.

Porque si este Gobierno fuera coherente con esa cogobernanza que predica y con el respeto a las instituciones, a la democracia y a las libertades habría negociado, en primer lugar, este plan de ahorro con los gobiernos autonómicos y las asociaciones empresariales. Habría llevado, después, la norma a convalidación al Parlamento para, finalmente, limitarse a exigir un porcentaje mínimo de reducción del consumo energético y que fueran las comunidades autónomas las encargadas de instrumentar las medidas necesarias en función de las peculiaridades de cada territorio y de las circunstancias de cada sector de actividad.

Pero lo más grave de este supuesto plan de ahorro energético es que desenfoca el problema real que no es otro que el abastecimiento y, sobre todo, el brutal incremento de los precios. Factores ante los que países como Alemania, Francia, Austria o Reino Unido, por citar sólo algunos, han vuelto a reabrir sus centrales eléctricas de carbón y a prolongar la vida de sus centrales nucleares, cuando no a abrir nuevos reactores para garantizarse un autoabastecimiento energético mediante una electricidad limpia, segura y más barata en beneficio de sus empresas y particulares.

Así, mientras nosotros seguimos pagando una de las energías más caras de Europa, con el precio de la electricidad rondando los 270 euros, el doble que hace un año, en Alemania con el partido verde en el Gobierno, han renunciado a sus objetivos de descarbonización en 2030 y vuelven a abrir sus fábricas. Mientras que la Francia de Macron reactiva su opción nuclear con la construcción de seis nuevos reactores con el apoyo de la izquierda gala. Una energía nuclear que, recordemos, junto al gas, ya son «verdes» para la UE y se podrán beneficiar de los incentivos a las renovables.

Son medidas excepcionales que se corresponden con la situación excepcional que estamos viviendo y que responden a las propuestas y recomendaciones de la inmensa mayoría de expertos nacionales e internaciones, que pasan por potencia las energías renovables e implementar el desarrollo de la nuclear. Decisiones tan controvertidas como necesarias implementadas por gobiernos serios, con sentido de Estado y revestidos de la necesaria credibilidad y autoridad, es decir, todo de lo que carece el sanchismo gobernante aquí en España. Un gobierno debilitado por sus guerras intestinas con sus socios coaligados y obsesionado únicamente por perpetuarse en el poder.

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