Con Francia aún sin pronunciarse oficialmente sobre la construcción del nuevo gasoducto con España y Portugal, que quedó paralizado hace tres años, las circunstancias que se viven en Europa por la invasión de Ucrania han revitalizado el proyecto. Si bien el obstáculo para que el plan prospere sigue estando en la posición de París, que está muy reticente a desarrollar una inversión que daría protagonismo a otro país, en este caso, a España.
Y no tanto por el gas, aunque Francia cuenta con proyectos propios para aumentar su capacidad de transporte y suministro de gas, también el licuado, con el objetivo de ser más independiente, sino por el uso de las nuevas tuberías para llevar hidrógeno verde. Tomar posiciones en la que se decanta como la energía del futuro es en realidad casi el primer objetivo del Ejecutivo español en la promoción del Midcat, pero despierta recelos en el Gobierno de Macron, que ha sido uno de los interlocutores a los que se ha dirigido el canciller alemán, Olaf Scholz.
Para la producción de hidrógeno generado con energías renovables. España cuenta con una posición muy relevante por su parque de generación eólica y fotovoltaica. Le serviría como un sistema de almacenamiento cuando la generación con estas tecnologías es muy elevada. Y la exportación del hidrógeno verde para rentabilizar esta energía que ahora no es eficiente por los elevados costes. Si bien es la tecnología con la que se espera en el futuro que algunas actividades como el transporte aéreo sea menos contaminante.
Además con los fondos que llegan de Europa, se han destinado 16.300 millones de euros, y los planes de empresas privadas como Repsol, España quiere tener una presencia relevante en esta industria. Y los gasoductos son básicos para llevar a cabo esta estrategia, aunque la inversión en el Midcat será más elevada si las tuberías están también adaptadas a transportar hidrógeno verde, unos 370 millones de euros que tendrán que ser financiados por la Unión Europea.
El desarrollo del objetivo de convertirse en una potencia en hidrógeno verde cuenta con más obstáculos, no solo políticos, pero que son similares para otras naciones. Son necesarias otras infraestructuras como las plantas de electrolisis y almacenamientos que precisan ingentes inversiones.
La capacidad de las plantas de regasificación en España y Portugal, la de Musel va a entrar ahora en funcionamiento, juega a favor porque Alemania considera que Europa central debe aprovechar las entradas para el gas natural licuado (GNL) que disponen estos países para reducir la dependencia de Rusia.
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