Insolvencia y mala fe

07/09/2022

José María Triper.

Desquiciado por la debacle que la anticipan las encuestas, Pedro Sánchez convirtió el debate sobre política energética en el Senado en un recital de populismo, trapacería, falsedades, ataques e insultos contra los medios de comunicación, los empresarios, las eléctricas y, especialmente, contra Núñez Feijóo al que tachó reiteradamente de insolvencia o mala fe. Como dice acertadamente el refranero, “cree el ladrón que son todos de su misma condición”.

Frente a este curso de frentismo a la desesperada, el líder de la oposición a sabiendas de que jugaba en campo contrario y con el árbitro y el reglamento en contra – sólo dispuso de 27 minutos frente a las más de dos horas del jefe del Gobierno y con un presidente de la Cámara parcial e intolerante- no sólo no perdió la compostura sino que golpeó mejor políticamente, planteó propuestas y soluciones y reiteró su oferta de un pacto de Estado para solucionar los graves problemas de precios y suministro de energía, inflación desbocada, un desempleo al alza que duplica la media de la UE, y el empobrecimiento general de los españoles. Algo que no parecía preocupar ni interesar a un Pedro Sánchez que obvió todas esas circunstancias y rechazó el acuerdo, una vez más, para insistir en su interminable exhibición de frivolidad, soberbia, intolerancia y falta de ideas, ofertas y proyectos.

Instalado en su permanente “no es no” a todo lo que venga del Partido Popular, el inquilino de La Moncloa ni siquiera se molestó en atender la batería de medidas energéticas que le ofreció el líder del PP, a las que no hizo alusión alguna en el ¿debate? aunque, eso sí, aprovechó para anunciar que va a aplicar el tope del gas a las plantas de cogeneración de las industrias con gran consumo de gas”. Un plagio más a las propuestas de Feijóo, tras la rebaja del IVA del gas del 21% al 5%, de la que se apropió sin vergüenza y sin escrúpulos, después de haberla descalificado y rechazado durante meses, en perjuicio del conjunto de los ciudadanos a los que dice gobernar.

Claro que eso no puede extrañar en un Sánchez que comenzó su andadura política y social copiando su tesis doctoral y que en la jornada previa al cara a cara había montado una farsa en La Moncloa con 50 ciudadanos entre los que se han descubierto cargos, militantes y simpatizantes del PSOE, y con preguntas dirigidas, al más puro estilo de Nicolás Maduro y el resto de dictadores bananeros de Latinoamérica.

Lejos de ese debate serio, profundo y sosegado que pretendía Feijóo, y del planteamiento de un nuevo modelo energético para el país que asuma los objetivos de la UE de forma acompasada, los españoles asistimos ayer a una parodia de confrontación electoral y a un intento de encerrona de la que el dirigente popular, que era quien más tenía que perder, salvó los muebles pero en la que quedo patente la  de los responsables de su partido que no tuvieron la preocupación de repasar el reglamento de la Cámara antes de desafiar a Sánchez que, en si parecía tener razón cuando invitó a su oponente a buscar nuevos  y mejores asesores.

Una encerrona preparada para favorecer los intereses personales de un presidente del gobierno que no gobierna para España, para los ciudadanos ni para esas clases medias y trabajadoras a las que ahora se refiere como un mantra, pero a las que desconoce.

Un Pedro Sánchez que gobierna en su propio beneficio y sometido a sus aliados independentistas y filoterrorista de la Frankestein y a los intereses bastardos de los enemigos de España y de los españoles. Lo sabido, lo previsto y lo desgraciadamente lamentable.

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