Es la inflación prevista, señoras y señores

07/09/2022

Hernando F. Calleja.

¿Se imaginan lo que hubiera pasado en 1977, cuando la inflación alcanzó en España el 44,7 por ciento (junio, julio y agosto) si alguien hubiera propuesto recuperar el poder adquisitivo de los salarios? Cierto es que entonces los sindicatos no contaban mucho, la patronal estaba en periodo constitutivo y, además, los luego llamados agentes económicos y sociales, fueron desplazados de la búsqueda de soluciones.

Aquella cifra mareante no es la de hoy y aquellas circunstancias nacionales son historia, reciente, pero historia. Pero no conviene olvidar algunas de aquellas experiencias que sí conservan un valor más que indiciario de cómo salir del embrollo actual.

Los convenios colectivos, que ya existían y se aplicaban en la dictadura, basan su eficacia en el aumento anual de los salarios en algunos puntos por encima de la inflación del año anterior. Esto, en una economía como la española en la que la incidencia de los costes laborales en los costes generales es muy elevada (por encima del 60 por ciento) aboca a subidas de precios por incremento de costes.

La inundación oceánica de liquidez de los últimos años a precios irrisorios, incluso negativos, ha sido coadyuvante necesaria para la elevación súbita de los precios en cuanto otras variables de la oferta se han constreñido severamente. Nada que no se supiera; nada que no se hubiera vivido con anterioridad. El brusco, pero tardío, cambio de orientación de las políticas monetarias acabará por reorientar la tendencia de los precios a menos que…

A menos que lo estropeemos con una política salarial equivocada.

La vicepresidenta segunda (en lo sucesivo V2) ha irrumpido como proboscídeo en tienda de porcelana en el delicado equilibrio que requiere la situación actual para corregir los problemas que son propios de nuestro país, mediatizando (de atizar) lo que debería ser una prudente negociación de los salarios.  A su tosca manera de enfocar el asunto ha añadido una no menos disparatada propuesta de control de precios que la primera parte contratante del Gobierno ha descalificado, de momento.

V2 debería atender a experiencias anteriores, que le aseguro que las ha habido, aunque pertenezca a ese grupo heterogéneo que piensa que la humanidad cobró vida inteligente cuando llegaron ellos. Y la experiencia obtenida en España en casos asimilables dice que una crisis económica es ontológicamente un problema político. Por lo tanto, que los políticos deben resolver. En el caso español, con una recesión en puertas, es aún más evidente.

Y la política debe buscar soluciones compartidas a partir de un diagnóstico común. Sé que esto es una expresión de voluntarismo naif y más después de ver la inquina profesa y recíproca de los líderes de los dos partidos mayoritarios en el Senado. Pero acaso la dura realidad les haga reflexionar.

Y en cuanto a lo que nos es dado, especialmente desde el punto de vista de los costes internos de nuestra economía, los partidos deben hacer prevalecer el criterio de negociación colectiva sobre la inflación prevista y no sobre la inflación pasada, para evitar el efecto de retroalimentación de los precios.

Si se mira bien, no es tan complicado. Ya habrá elecciones y la gente dirá quién merece gobernar.

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