Si en España no hubiera habido una burbuja inmobiliaria y si la población activa no hubiera aumentado en 800.000 personas, el paro estaría al nivel de Alemania, es decir, en el 8% de la población activa. Con este argumento justificó el jueves ante el pleno del Congreso el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el alto índice de desocupados que sitúa a nuestro país a la cabeza de la Unión Europea. El jefe de la oposición, Mariano Rajoy, cargó duramente contra él y le acusó de ser “la ruina de España”. Una vez más reclamó elecciones anticipadas.

Zapatero acudió al pleno extraordinario sobre el paro con un discurso didáctico sobre los fallos estructurales de nuestra economía y un diagnóstico sobre la austeridad irrenunciable del sector público que, según dijo, propiciará una lenta recuperación económica basada en la especialización tecnológica, en los servicios sociales y en la economía sostenible, con un millón de “empleos verdes”. Aunque asumió de antemano su responsabilidad por no haber previsto el impacto de la crisis financiera mundial sobre la economía productiva, se mostró optimista sobre la recuperación económica y mantuvo que el año próximo habrá un crecimiento del 1,3% del PIB, lo que conllevará “una reducción ligera de la tasa de desempleo”.

El presidente, que pidió confianza en la reforma laboral porque los contratos temporales han pasado a fijos del 17 al 30% tras la implantación de la nueva fórmula de inserción laboral estable, anunció que el Ejecutivo aprobará hoy, viernes, “un paquete de reformas hasta el final de la legislatura” y creará el 26 de noviembre una comisión interministerial para promover una Agencia Social que coordinará los esfuerzos de los distintos ministerios a favor del empleo. Zapatero destacó la desaceleración de la destrucción del empleo y se mostró optimista sobre la reactivación, aunque dijo que “nos va a costar tiempo y esfuerzo volver a crear empleo al ritmo que deseamos”.

El dirigente del PP, Mariano Rajoy, repasó la política del Gobierno desde 2008 y reprochó a Zapatero la falta de credibilidad y de capacidad para proponer cualquier medida eficaz, más allá del electoralismo para intentar salvar los muebles en los comicios catalanes, municipales y en las elecciones generales de 2012. Rajoy insistió en que convoque elecciones generales ya para no seguir arruinando al país. Su ristra de improperios y descalificaciones fue despachada por Zapatero acusándole de “irresponsabilidad” y de falta de propuestas, algo que, según dijo, la gente le exigirá para llegar a La Moncloa. Rajoy le replicó insistiendo en la “obligación moral” de renunciar a seguir imponiendo sus errores a los españoles. “Un gobernante democrático sabe que cuando se equivoca tanto y con tan graves consecuencias, debe retirarse aunque la ley no le obligue”. Los portavoces de la mayor parte de los grupos parlamentarios reprocharon a ambos dirigentes la utilización de los cuatro millones y medio de parados en la lucha partidaria y plantearon la necesidad de aportar más incentivos a la formación y a la contratación.