“Decididamente las mujeres invierten mejor que los hombres. ¿Por qué? Se creen menos listas, son menos impulsivas y además, le dedican menos tiempo. Hay muchos estudios que lo demuestran”, comenta Borja Durán, uno de los socios de la firma Wealth Solutions que reconoce tener, por otro lado, más mujeres entre sus clientes que hombres.
Grosso modo, las féminas invierten mejor básicamente por factores asociados al comportamiento humano (behavioral finance). “Esos factores se traducen en carteras mejor estructuradas, menores costes de gestión, menor exposición a modas de mercado y reducida rotación”, añade Durán.
Distintos estudios avalan el titular de este artículo: Digital Look, web financiera inglesa, realizó estudios entre 2001 y 2005 analizando cien mil carteras de inversores particulares. Las pertenecientes a mujeres obtuvieron una rentabilidad media del 18%, la de los hombres, del 11% y el mercado, medido por el FTSE, del 13%. Otro estudio de la National Association of Investors Corporation, en EEUU, demostraba que durante cada uno de los cinco años que duró el estudio los clubes de inversión donde participaban únicamente mujeres lo hacían mejor que aquellos formados sólo por hombres.
Más: desde los años 90 los profesores de la Universidad de California, Barber y Odean, vienen demostrando que en algunos campos, como el de las finanzas, ellos se sienten más seguros que ellas aunque no haya motivos contrastables para tal seguridad. Esa exagerada confianza en sí mismos les induce a realizar más apuestas y a rotar más sus carteras (y uno de los motivos de esta rotación es, por ejemplo, seguir las modas del mercado).
Los autores Niessen & Ruenzi demostraron en Gender Matters: gender and mutual funds que los resultados de las mujeres son menos dispares y más persistentes que los de los hombres debido a la menor agresividad de sus apuestas y a los menores costes implícitos de gestión.
Así las cosas, todo indica que las carteras de las mujeres son más estables: suele haber una proporción más adecuada entre renta fija y variable, rotan menos (por lo que acaban pagando menos costes e impuestos). “Ellas se fijan más en factores cualitativos que puramente financieros e invierten en valores con múltiplos bajos y mayores rentabilidades por dividendo”, finaliza Durán.
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