Todo el poder para Rajoy

21/11/2011

Luis Díez.

Las elecciones del 20 de noviembre, una fecha que el PP y el PSOE tardarán en olvidar por distinto motivos, han puesto punto final a esa época parlamentaria de “izquierda plural” y de “geometría variable” que fueron las dos legislaturas de José Luis Rodríguez Zapatero. La crisis económica y los cinco millones de parados que auguró el profesor Montoro en 2009 se las llevó por delante. El resultado de las urnas no ha podido ser peor para los socialistas, que han perdido 4,3 millones de votos respecto a 2008 y han quedado por debajo, en porcentaje y escaños, del resultado que obtuvieron hace 34 años en las primeras elecciones democráticas: en 1977 consiguieron 119 diputados y ahora se han quedado en 110, entonces rozaron el 30% de los votos y ahora no han pasado del 28,8%.

La otra cara de la derrota del PSOE es la victoria histórica del PP. Sin alcanzar los 11,2 millones de votos que logró Zapatero en 2008, Mariano Rajoy ha superado la marca de José María Aznar en el año 2000 y, con medio millón de votos más que en las pasadas elecciones, ha logrado 186 escaños, tres más que Aznar y diez más de los necesarios para la mayoría absoluta. El caudal de confianza de los ciudadanos en este registrador de la propiedad, natural de Pontevedra, que lleva 30 años en política, es enorme. Y su poder supera el que acumularon en su día Felipe González y el propio Aznar, si tenemos en cuenta que su partido gobierna en casi todas las ciudades, los municipios importantes y en todas las autonomías, con excepción de Euskadi, donde decide; de Cataluña, donde manda la derecha nacionalista, y de Andalucía, donde no ha habido elecciones ni las habrá hasta marzo.

Con un Congreso de azul PP –probablemente presidido por un hombre tan experimentado y piadoso como Jorge Fernández Díaz— y una oposición fragmentada y reducida a su mínima expresión, el nuevo presidente podrá adoptar las medidas más convenientes para ayudar al país a superar la crisis económica y a reducir la insoportable tasa de desempleo y el derroche humano que representa ese porcentaje del 40% de jóvenes en paro. No podrá hacer milagros. Ya lo ha dicho. Tampoco los ha prometido, ha recalcado, aunque haya recordado cien veces que si 2006 heredaron una tasa de paro del 20% y la dejaron en el 12, ahora “podemos hacerlo de nuevo”.

Rajoy tampoco podrá entretenerse en contemplar el paisaje. Lo deseable es que dirija el barco con rumbo acertado y lo aleje de la tormenta y los acantilados junto a los que navegamos. Lo deseable es que acierte. Tiene la confianza a bordo y los instrumentos necesarios. De momento anuncia que habrá que soltar lastre y aligerar la carga con nuevos recortes de gasto público. Puede hacerlo, puede soltar el peso muerto del que hablaba Adam Smith y racionalizar el Estado para liberar recursos e impulsar la actividad y el empleo. En el Congreso, aunque el PSOE se apreste a recoger el eco de los damnificados y haya convocado su congreso ordinario para mediados de febrero, no encontrará oposición, sólo quejas y plegarias.

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