Una protesta ciudadana tan formidable como la protagonizada por los madrileños el domingo, 13 de noviembre de 2022, contra el intenso e intencionado deterioro de la sanidad pública, debería obligar a los gobernantes autonómicos a corregir sus planteamientos en vez de huir por la tangente y mirar hacia otro lado, como están haciendo la presidenta Ayuso y sus principales hombres-rana. Antes de que los ciudadanos saliesen a la calle, ya la presidenta madrileña, manejada por el propagandista Miguel Ángel Rodríguez, intentó desviar la atención con otro ataque descerebrado (sin razón ni fundamento) a su personaje favorito: el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Al equipararlo al tirano nicaragüense Daniel Ortega dejaba en entredicho el “nosotros no insultamos” de su jefe Feijóo y embarraba el terreno de juego.

Después de la protesta de cientos de miles de ciudadanos en la calle, ella y sus arúspices etiquetaban de “política” la protesta y sacaban, una vez más, a la ETA a colación. La falta de argumentos produce bilis.

Claro que una manifestación ciudadana como nunca se había visto en España a favor de la sanidad pública, universal y gratuita en Madrid, es política. Y buena política, esa que hace pensar y sentir como propios los servicios de salud, desde los centros de barrio y de pueblo a los que han arrebatado (vía maltrato) médicos de atención primaria y suprimido las urgencias, hasta los hospitales.

Cierto es que si hay cargos públicos del PP y Vox que todavía cargan de desprecio el término “política”, del que se alimentan, puede deberse a ese enfoque tradicional de las derechas de interpretar la política como la búsqueda de nichos de negocios a costa de lo público –sanidad y educación incluidas– para forrarse.

El acoso al primer escalón de la sanidad pública madrileña nos retrotrae al neoliberalismo rampante, según el cual, el deterioro no sólo favorece las privatizaciones sino que redunda directamente en el sector privado. Y cuando el destrozo haya sido consumado y los ciudadanos se vean desasistidos aparecerán las soluciones en forma de “cheques salud” de los piadosos (caritativos) gobernantes autonómicos para que los pacientes acudan a la sanidad privada.

En cuanto a la invocación de ETA por parte de la gobernanta Ayuso para hacernos saber –sin que nadie le pregunte– que quedan causas criminales sin autores conocidos, es función del cronista parlamentario –en esta semana sin pleno mientras se enmiendan los Presupuestos– recordar que ni el PP ni Vox estuvieron presentes en el hemiciclo durante la sesión de homenaje a las víctimas del terrorismo, celebrada el 27 de junio pasado. Tal es el verdadero aprecio de los acuerdos institucionales y el valor de uso de las víctimas.