La transformación de la energía

19/11/2022

Miguel Ángel Valero. Pablo Foncillas aconseja "no engañarnos a nosotros mismos pensando que hay soluciones sencillas y rápidas para problemas complejos".

Este libro está dedicado «a los que reconocen que hemos de cambiar para seguir siendo los mismos» y también «a los que sueñan con un futuro mejor mientras tratan de inventarlo».

Solo por la dedicatoria ya merece la pena «Fact Energy. La sostenibilidad que viene», de Pablo Foncillas, profesor del IESE, conferenciante, consultor, autor de cinco libros y habitual del ‘Harvard Deusto Business Review», consejero de Línea Directa y de GlobalPraxis, y patrono de la Fundación Exit.

El libro, editado por Deusto, se enriquece con un prólogo de Fernando Ónega. Y tiene el acierto de no ser una obra que habla de la energía en general, ni mucho menos (aunque el subtítulo pueda engañar) una apología de la sostenibilidad.

Pablo Foncillas hace en «Fact Energy» una reflexión asequible y divulgativa de la transformación del sector energético, desmontando algunos estereotipos y sesgos. Lo hace de una forma atractiva incluso para el lego en esta materia.

Por ejemplo, en la página 163 hace una contundente afirmación: «el hecho de ser renovable no significa que una fuente de energía no emita CO2 a la atmósfera».

No pone en duda la necesidad de la transición energética, pero sí que ésta vaya a ser inmediata ni sencilla. Porque «la energía no se crea ni se destruye, se transforma».

Prueba del estilo de Pablo Foncillas es la reflexión sobre la transformación digital contenida en la página 16: «los directivos se obsesionan con el vocablo ‘digital’, cuando en realidad el futuro de sus empresas depende del término ‘transformación'».

Ya en las páginas 120 y 121 encontramos otras reflexiones muy interesantes, que demuestran, según el autor, que «no vemos las cosas como son, sino que vemos lo que nos conviene en función de cómo pensamos».

Pablo Foncillas cita a Madeleine de Souvré, marquesa de Sablé: «Nada tan peligroso como un buen consejo acompañado de un mal ejemplo«. La frase es el siglo XVII, pero es de rabiosa actualidad.

Por eso, recomienda «intentar analizar de forma objetiva y cuidadosa las opiniones contrarias a la nuestra». Porque «ponerse en la piel del otro nos ayuda a tomar perspectiva». Y porque «tratar de demostrar que puede ser cierto aquello que consideras contrario a tu opinión puede resultar tan difícil como esclarecedor».

Claro que «no encanta encontrar culpables, es algo inevitable. En cuanto tenemos un problema, lo normal consiste en buscar una razón clara y sencilla por la cual sucede algo que no nos conviene» (página 193).

Conclusión: «Lo que no debemos es engañarnos a nosotros mismos pensando que hay soluciones sencillas y rápidas para problemas complejos. La simplificación es peligrosa. La realidad es complicada».

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