Cada vez que oigo frases como “los españoles quieren…”, “España necesita…” o similares me entran retortijones. Esta fórmula habitualmente lo utilizan en sus mítines dirigentes de la derecha o de la extrema derecha.

Lo primero que se me ocurre es cómo sabe este político lo que yo pienso si nunca me lo ha preguntado. Si esto es así supongo que tampoco se ha dirigido al resto de compatriotas para preguntar su opinión, por lo que este exceso verbal me parece que se acerca mucho al fascismo.

Entre otras cosas por qué España, afortunadamente, es un país muy plural y algunos confunden lo que ellos piensan con una realidad que evidentemente es muy distinta, pero como se está viendo hoy en política se puede decir todo para conseguir un titular, aunque ello no sólo sea una evidente falta de rigor si no también un inútil exceso dialéctico.

Claro que los que utilizan estos recursos acostumbran a ser los mismos que no aceptan el resultado de las urnas y que aún hoy no tienen reparos en calificar al actual ejecutivo como “gobierno ilegítimo”, con lo que su fe en el sistema democrático queda bastante cuestionado.

Pero lo que más me duele es que los dirigentes que utilizan estos recursos son personas con un cierto nivel cultural y que además acostumbran a tener sólidos argumentos y unas ciertas dotes dialécticas.

Una cosa es defender determinados postulados pero otra muy diferente es pretender que cuando hablan lo hagan en nombre de todos los ciudadanos (estos ya lo hacen en las urnas), cuando con relativa frecuencia algunos de sus exabruptos han de ser corregidos por sus propios correligionarios

Sería un buen ejercicio democrático que nadie se atribuyera el poder de pontificar sobre lo que piensan, desean o rechazan el resto de sus conciudadanos, incluso por que con ello pierden peso sus propios argumentos. Además dudo que nadie sepa lo que los españoles quieren.