¡Por fin un acuerdo!

02/12/2022

Hernando F. Calleja.

El indudable patinazo del Gobierno con la Ley de Libertad Sexual y las broncas subsiguientes han empequeñecido la importancia del acuerdo entre el Ejecutivo y la banca para ayudar a los ciudadanos que contrataron un crédito hipotecario y que, por mor de la inflación y la subida de tipos de interés, se pueden ver en dificultades para hacer frente a los pagos de dichos créditos.

Es evidente que como tal acuerdo, el texto del Real Decreto publicado ofrece algunas dudas, no veniales, que van a exigir cambios o aclaraciones posteriores, en evitación de efectos secundarios indeseables, a la manera de los producidos por la ley del solo el sí es sí .

Pero hay que ponderar adecuadamente el acuerdo alcanzado entre la banca y el Gobierno, máxime si se tiene en cuenta que esta misma semana se trataba en el congreso sobre el  “impuesto” temporal a los bancos, una decisión unilateral del Ejecutivo, de muy difícil encaje en el orden fiscal, por mucho que se esfuercen las ministras de Economía y de Hacienda por llamarlo de tan curiosa forma como prestación patrimonial pública no tributaria, que no es un simple eufemismo, sino una categoría de exacciones, que como las armas, las carga el diablo. 

Las entidades financieras han llevado al ánimo del Ejecutivo algunos asuntos, el principal el de las calificaciones de morosidad, que les vendrá muy bien en los meses venideros y también la adhesión voluntaria al reformado Código de Buenas Prácticas. Ambos asuntos con reflejo en su reputación, siempre tan erosionada, incluso por el mismo Gobierno con el que han concluido el acuerdo.

En las circunstancias políticas por las que atravesamos, en el que la dureza de las intervenciones públicas de los representantes de la ciudadanía son tan poco edificantes, haber llegado a un acuerdo, es tan insólito como aleccionador. Principalmente porque se trata de medidas que favorecen a la gente corriente a la que se le plantean dificultades económicas que les superan, porque son  ajenas a su voluntad y su prudencia. ¿No va de eso la política, tan maltratada por los políticos?

Se puede argumentar que los Presupuestos Generales del Estado se han aprobado con el acuerdo de fuerzas políticas que no tienen, esperemos, muchas cosas en común. Es cierto, pero es un acuerdo en el que sí es común el interés en la propia supervivencia de cada una de esas fuerzas en sus posiciones ventajosas, merced, precisamente a su apoyo a unas cuentas de las que extraen esas ventajas. Aquí la gente, o si quieren, el pueblo, ni está ni se le espera.

Al filo de los acontecimientos parlamentarios de estos días, en que el mal gusto y la mala vergüenza han ocupado páginas y minutajes, recuerdo siempre aquello de Erasmo de Rotterdamm.

“ Examina todas las funestas tragedias de este mundo y hallarás que por lo general la fuente de todos los males fue la mala lengua”.

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